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Colón recupera su esplendor
Joel Mayor Lorán
Joel@granma.cip.cu
Bien se las ingenió José Miguel Gómez con tal de, aun después de
muerto, sentirse grande. Para acceder al interior del monumento
donde yacen sus restos ha de traspasarse una puerta cuyo dintel es
tan bajo que obliga a inclinarse, en un gesto involuntario de
reverencia ante el nombre del ex presidente de la república escrito
encima de la entrada.
ciertos
trabajos son realmente complejos, como el de restaurar la capilla
central.
Este peculiar diseño arquitectónico avisa sobre cuántas
curiosidades guarda la capitalina Necrópolis de Colón: ángeles,
vírgenes, piezas de dominó y ajedrez, una hoja de palma que brota de
una lira, tumbas bellamente talladas, panteones con hermosos
vitrales, en total unos 70 000 objetos museables y más de 20 000
conjuntos monumentarios.
Pocos cementerios en el mundo poseen semejante cantidad, asegura
Carlos Bauta, vicedirector técnico. De acuerdo con la concentración
de obras de alto valor patrimonial, distinguiría al de la ciudad
italiana de Génova, y el nuestro a continuación.
Durante la primera mitad del siglo XX, ciertas familias cubanas
mostraron de tal modo su riqueza. A la par, nos han dejado una
herencia muy alta, expresa Bauta. "Hubo quien vivía en otra
provincia y, antes de comprar casa en La Habana, adquiría
propiedades en Colón".
El
monumento en memoria de los estudiantes de Medicina, ya restaurado.
Asimismo, entre los muros de la necrópolis se alzan monumentos a
los veteranos de la Guerra de Independencia, al Generalísimo, a
Sergio González (El curita), los expedicionarios del Corynthia, así
como a los bomberos y otras víctimas del siniestro del 17 de mayo de
1890...
los
MONUMENTOS RELUCEN OTRA VEZ
De modo que el sitio merece atención. Un amplio programa persigue
ese fin. El Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y el
Gobierno de Ciudad de La Habana le han entregado considerables
aportes con los cuales procurarse distintos medios y accesorios.
Ya poseen bicicletas eléctricas para el trabajo de los hombres de
campo, que han de recorrer 560 000 metros cuadrados; motosierras,
para podar y talar árboles; segadoras de césped; bombas de achique,
para reducir inundaciones; plantas de soldar; financiamiento para la
atención al hombre...
Además, por estos días se halla en fase de prueba un incinerador
de restos óseos adquirido en España. Y, como fruto de un convenio
con la Unión del Mármol, recibieron 86 metros cuadrados de piezas
para tapas y enchape de bóvedas, las cuales sustituirán otras ya
deterioradas, así pertenezcan al Estado o a particulares.
Lo más importante: varios monumentos recuperan su esplendor. El
erigido por José Vilalta de Saavedra (primero de los grandes
escultores cubanos) en memoria de los estudiantes de Medicina, está
libre del hollín que lo cubrió decenas de años. E igualmente,
reconstruyeron los dedos a la escultura de La Inocencia que forma
parte del conjunto.
Mas, no solo restauran: donde antes hubo una fosa común que
apenas consistía en un sótano con hoyos en el techo para verter
huesos, han levantado el Monumento al hombre común, rodeado por un
parque, y al cual asisten familiares a colocar flores.
Incluso convocan a los propietarios a sumarse a este afán: les
ofertan cemento, arena, resebo, con tal de reparar sus bienes en el
cementerio; brindan servicios de arquitectura; elaboran proyectos de
manera gratuita; entregan y colocan tapas de bóvedas... Entretanto,
sindicatos, sociedades, logias, acometen sus propias reparaciones.
VALIOSO EMPEÑO
La unión de fuerzas ha permitido finalizar y emprender otras
obras, fundamentalmente entre el personal de la necrópolis y la
Oficina del Historiador de la Ciudad. Así vuelven a la vida la
capilla Zayas Jaén, el panteón de la familia Abreu y el monumento a
los bomberos, al que aplicaron resinas especiales para consolidar el
mármol y preservo para protegerlo de la intemperie.
Devolverle majestuosidad y lustre a la capilla central constituye
otra labor compleja: implica reconstruir la cúpula central y todos
los resanos de las molduras de los zócalos; restaurar la
carpintería, las cubiertas y la pintura mural realizada por Miguel
Melero, el primer director que tuvo la Academia de San Alejandro.
Esto último hará permanecer sobre andamios a dos especialistas
durante varios meses para lograrlo.
Cada trabajo es sumamente costoso. Solo apuntalar la capilla
Loredo Bernal requirió seis metros cúbicos de madera; mientras, el
costo del reforzamiento de paredes y la parte ingenieril equivalen a
la reparación de cuatro instalaciones de 100 metros cuadrados.
Sin embargo, hay voluntad de atender a este Monumento Nacional,
condición ganada principalmente por cuatro obras: el muro perimetral
de 3 800 metros, el trazado urbano (semeja campos romanos, visto
desde la altura), las portadas Norte y Sur y el osario general
circular, y la Capilla Central (única octogonal en todo el
archipiélago).
Según Mercedes Costa, directora de Servicios Necrológicos de la
Ciudad, la Oficina del Historiador trabaja en los proyectos para
señalizar e iluminar las calles, y restaura la portada Norte.
La gran ciudad de mármol padece la sobreexplotación de 137 años.
Sufre no solo la contaminación con el dióxido de carbono que emiten
los autos, sino también las vibraciones de grúas y vehículos de gran
porte que ocasionan rajaduras. Desde los árboles de raíces
horizontales (han talado 340) hasta las palomas pueden dañarla.
Con aproximadamente dos millones de fallecidos, casi tantos como
los habitantes de la capital de Cuba, Colón bien merece cuidados;
pues fue concebido para menos tiempo del que ha servido.
Un millón de cubanos y 150 000 turistas extranjeros visitan
anualmente este cementerio, que entre cruces y ángeles parece
recuperar su esplendor. |