Televendiendo

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

En los últimos días las televisoras del mundo han desempeñado un importante papel a tono con la ola de preocupaciones relacionada con la epidemia a la que primero se le llamó gripe porcina y luego con un nombre más científico, según se asegura, debido a que los grandes exportadores de la carne pusieron el grito en el cielo.

Las televisoras del planeta brindando información, consejos útiles, consultas de especialistas, todo lo que pueda resultar beneficioso al ser humano en su enfrentamiento con el devastador mutante.

En Estados Unidos, la pequeña pantalla también se ha hecho eco de esa inquietud, sin embargo, no faltan expertos en marketing del propio país en afirmar que la ética en el arte de vender (¡que la hay, y hasta tiene acápites!) está sacando a relucir más colmillos de los que debiera.

Mientras los coloridos anuncios de viajes turísticos a países que hoy se enmarcan en "zonas de riesgo" pierden terreno, esos espacios son ocupados en la pequeña pantalla por el sector de productos de higiene, que refuerza sus ofensivas publicitarias a partir del pavor que infunde la nueva enfermedad, principalmente después de que la Organización Mundial de la Salud mencionara el factor pandemia.

El tirón mediático propicia la estrategia de venta: primero se habla del peligro de contraer el mal, y de inmediato de la marca comercial propicia para hacerle frente. De esa manera, si los médicos insisten en la necesidad de lavarse las manos a cada rato, los dueños del espacio televisual insistirán en "lavarse las manos, sí, pero lavárselas con..." y ahí mismo desencadenan la apología de la marca.

El Wall Street Journal dio a conocer que entre los anunciantes más enérgicos clasifican Johnson & Johnson, Henkel y Reckit Benckiser, vendedores de mascarillas, spray desinfectantes, jabones y, a no dudarlo, pastillitas supermánicas preventivas de cuanto pueda venir.

Dean Crutchfield, un prestigioso consultor de marcas independientes, le dijo al Wall Street Journal que aquellos que ahora amplían desaforadamente sus estrategias de marketing, deberían estar ofreciendo sus recursos a escuelas y hospitales para reforzar verdaderamente su "aura de buena voluntad".

O lo que es lo mismo: déjense de amasar tanto dinero a costa del marketing individual basado en el miedo y ayuden con un sentido más social y humano del problema.

No se menciona, sin embargo, la palabra pánico, pero se sabe que no es la primera vez que los anunciantes le echan mano y le dan rienda suelta.

 

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