En
los últimos días las televisoras del mundo han desempeñado un
importante papel a tono con la ola de preocupaciones relacionada con
la epidemia a la que primero se le llamó gripe porcina y luego con
un nombre más científico, según se asegura, debido a que los grandes
exportadores de la carne pusieron el grito en el cielo.
Las televisoras del planeta brindando información, consejos
útiles, consultas de especialistas, todo lo que pueda resultar
beneficioso al ser humano en su enfrentamiento con el devastador
mutante.
En Estados Unidos, la pequeña pantalla también se ha hecho eco de
esa inquietud, sin embargo, no faltan expertos en marketing del
propio país en afirmar que la ética en el arte de vender (¡que la
hay, y hasta tiene acápites!) está sacando a relucir más colmillos
de los que debiera.
Mientras los coloridos anuncios de viajes turísticos a países que
hoy se enmarcan en "zonas de riesgo" pierden terreno, esos espacios
son ocupados en la pequeña pantalla por el sector de productos de
higiene, que refuerza sus ofensivas publicitarias a partir del pavor
que infunde la nueva enfermedad, principalmente después de que la
Organización Mundial de la Salud mencionara el factor pandemia.
El tirón mediático propicia la estrategia de venta: primero se
habla del peligro de contraer el mal, y de inmediato de la marca
comercial propicia para hacerle frente. De esa manera, si los
médicos insisten en la necesidad de lavarse las manos a cada rato,
los dueños del espacio televisual insistirán en "lavarse las manos,
sí, pero lavárselas con..." y ahí mismo desencadenan la apología de
la marca.
El Wall Street Journal dio a conocer que entre los anunciantes
más enérgicos clasifican Johnson & Johnson, Henkel y Reckit
Benckiser, vendedores de mascarillas, spray desinfectantes, jabones
y, a no dudarlo, pastillitas supermánicas preventivas de cuanto
pueda venir.
Dean Crutchfield, un prestigioso consultor de marcas
independientes, le dijo al Wall Street Journal que aquellos que
ahora amplían desaforadamente sus estrategias de marketing, deberían
estar ofreciendo sus recursos a escuelas y hospitales para reforzar
verdaderamente su "aura de buena voluntad".
O lo que es lo mismo: déjense de amasar tanto dinero a costa del
marketing individual basado en el miedo y ayuden con un sentido más
social y humano del problema.
No se menciona, sin embargo, la palabra pánico, pero se sabe que
no es la primera vez que los anunciantes le echan mano y le dan
rienda suelta.