Es difícil digerirlo, pero fue así. Al presidente de Serbia,
Boris Tadic, se le había prohibido viajar a la provincia de Kosovo
(autoproclamada independiente) para festejar junto a sus
compatriotas la pascua ortodoxa, y solo pudo hacerlo en un
helicóptero de las fuerzas de la OTAN que ocupan ese territorio.
Según AFP, el mandatario serbio visitó un monasterio ortodoxo, un
gesto simbólico fuerte, el mismo día en que Belgrado y Pristina
entregaron ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sus
argumentos respectivos sobre la proclamada independencia de esa
provincia.
Tadic fue recibido por monjes del templo de Visoki Decani (oeste
de Kosovo), con motivo del Viernes Santo ortodoxo, bajo extremas
medidas de seguridad. "Mi mensaje de hoy a Decani es un mensaje de
paz para los serbios, de paz para los albaneses, de paz para todas
las personas que viven en Kosovo, en nuestra Serbia", declaró el
presidente a la prensa.
Un día antes, el autoproclamado Gobierno kosovar había advertido
al mandatario Tadic que no le permitiría entrar al territorio de la
antigua provincia de Serbia, por lo que este solicitó a la Misión de
Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK, por su sigla en inglés) que le
ofrezca protección policial.
Sin embargo, la UNMIK carece ya de fuerzas policiales después de
haber transferido esa competencia a la administración local, a raíz
de la autoproclamación de la independencia.
En este contexto valdría la pena hacer algunas preguntas a
Occidente: ¿Cómo es posible que si la Constitución Serbia tiene a
Kosovo como una provincia autónoma de ese país, el gobernante Tadic
no pueda siquiera viajar a ella, que institucionalmente está bajo su
jurisdicción; o de hacerlo tenga que ser bajo la protección de las
fuerzas de ocupación de la OTAN?
¿Qué dicen sobre esta decisión (anticonstitucional para los
efectos de Serbia) la Unión Europea o Estados Unidos, siempre
"preocupados", al menos mediáticamente, porque se respeten las
normas jurídicas de los Estados?
Refiere el citado cable que para poder viajar a Kosovo, Tadic y
su comitiva de 15 acompañantes debían solicitar una autorización
oficial (algo así como visas) a las autoridades de Pristina, un paso
que sería un reconocimiento indirecto de la soberanía de Kosovo, lo
que Serbia rechaza. (Elson Concepción Pérez)