"La vida del presidente Evo (Morales) ha estado y sigue en
riesgo", dijo García Linera, al informar en la televisión estatal
sobre la operación policial antiterrorista en la que murieron tres
sicarios internacionales y otros dos fueron detenidos.
El vicepresidente incluso llegó a alegar que es "la seguridad y
la unidad del Estado y la vida de los bolivianos" la que sigue en
riesgo, por una trama de la que "ha salido a la luz pública apenas
el 10% o un poco menos".
En la intervención policial en un hotel de Santa Cruz, fueron
abatidos el rumano Magyarosi Arpak, el irlandés Dwayer Michael
Martin y el boliviano Eduardo Rózsa Flores, además de aprehendidos
el boliviano-croata Mario Tadic Astorga y el húngaro Elot Tóazo.
Los cinco, formaban parte de una banda que, según García Linera,
planeaba matar al presidente y otros miembros del Gabinete de
Morales, incluido el propio vicepresidente.
Señaló que, detrás de los mercenarios, hay un cerebro boliviano
que tenía por "objetivo final o la toma del poder violenta o algún
tipo de fragmentación regional", a través de generar una "ola de
violencia y descontrol general", antes de formar "grupos armados".
"Hay que llegar de los tentáculos, a la cabeza", dijo el
vicepresidente, quien no quiso aventurar identidades de los
responsables, aunque sí apuntó a "una derecha derrotada
políticamente que no confía en la vía democrática para cambiar el
poder".