La
primera noticia que tuve de Caridad Atencio fue de hace una década,
a razón de un jurado de los Premios de la Crítica. En mis manos cayó
uno de los cuadernos iniciales de esta escritora, que de primer
golpe me produjo una grata impresión que todavía perdura: Los
viles aislamientos, editado por Pinos Nuevos.
En aquellas sesiones, poco iba a lograr mi exaltado interés
frente al mare mágnum de aspirantes y los clásicos pugilatos
en el que la narrativa llevaba la voz cantante y los poetas que
avanzaban en la contienda, jamás hubieran conseguido el premio con
un casi primer libro, o desprovisto de nombradía.
Ya lo decía Unamuno, "a los lectores les gustan las reputaciones
hechas". También a buena parte de la Crítica. Pero si una virtud
tiene Caridad Atencio, es la de ser una mujer "enfocada", y
perseverante. En pocos años ha creado una compacta y distintiva obra
poética que le confiere un lugar de privilegio no solo como parte de
la generación poética a la cual pertenece, o en alguna antología
personal de poetisas, sino en la poesía contemporánea de la Isla
toda.
Sin embargo, su labor como investigadora y ensayista no creo que
haya tenido la difusión que merece. Diez años estuvo la autora tras
el devenir crítico de la poesía de José Martí. Ese dedicado trabajo
de escrutinio ha dado en beneficio dos valiosos volúmenes de
ensayos: Recepción de Versos sencillos: poesía del
metatexto, Editorial Abril, 2000 y Circulación del libro
póstumo: el caso de Versos libres, premio Razón de ser en el
2003.
El libro que recién publica la Editorial José Martí es el tercero
de este ciclo que se cierra. Su título: La saga crítica de
Ismaelillo, un volumen de ensayo de 97 páginas.
Algunos estudiosos han referido que Ismaelillo pudiera
parecer el menos llamativo o el que menos diga a las nuevas
generaciones de amantes de la literatura, opinión que la autora
intentará echar por tierra al exponer en este ensayo cuánto de valor
se ha escrito sobre él.
Lo primero que salta a la vista en La saga crítica de
Ismaelillo es su intención desacralizadora de la obra martiana.
La investigadora objeta el criterio de que todo en la vasta
literatura de Martí debe verse como obra maestra. Este presupuesto,
por consiguiente, le permite acercarse a Ismaelillo, el
primer libro de poesía publicado por el propio autor en 1882, con
una visión abierta, nada conservadora, pero ampliamente documentada.
Como libro independiente, no es hasta diez años después del
triunfo de la Revolución que Ismaelillo comienza a editarse
en Cuba y es traducido a varios idiomas desde 1970. También
abundarían a partir de ese año los estudios críticos sobre este
breve cuaderno que muchos especialistas consideran iniciador de la
poesía moderna en lengua española.
Cerca de veinticinco autores merecen la atención de Caridad
Atencio por la calidad y rigor de sus trabajos. Ella atiende juicios
diversos o concordantes, anota citas capitales para entender desde
la diversidad de signos un libro que en principio es dedicado al
hijo, pero que como obra de notables resonancias éticas y estéticas,
procura otras lecturas.
De Ismaelillo, escribirían intelectuales como Darío, en la
temprana fecha de 1913, Ángel Rama, Mañach, Cintio Vitier, Ángel
Augier, Mary Cruz, Juan Marinello, Emilio de Armas, Denia García
Ronda, Fina García Marruz, Enrico Mario Santí, José Ballón, Arcadio
Díaz Quiñones, Carmen Sotolongo y Elena Yedra Blanco, entre otros.
La ensayista elabora un itinerario claro, minucioso. Deja a un
lado lo superfluo y se concentra en lo que es novedoso y
demostrativo en el enfoque de cada autor para terminar conformando
un estudio crítico completo que tiene como parada final el año 1999.
El lector avisado, el estudiante, o simplemente aquel que alguna
vez se sintió tocado por la sencillez y la ternura de un poemario
como Ismaelillo, encontrará en esta saga un texto
indispensable, escrito con pasión y humildad. Porque al abrir paso
al conocimiento, al hacer luz sobre la poesía de Martí, sin alardes
estilísticos y con un envidiable poder de síntesis, la autora
también tributa a la lírica hispanoamericana.