Hervé Fischer, ¿fascinante o aterrador?

     VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Si usted no ha pasado aún por una de las salas del piso superior del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, puede aproximarse a la idea que voy a desarrollar en esta nota a partir de la observación de la imagen que la acompaña. Corresponde a la exposición Paradójico retorno a la pintura, con la que el francocanadiense Hervé Fischer retribuyó el convite que los organizadores le hicieran como artista invitado especial a la Décima Bienal de La Habana.

El título de la obra que mostramos puede traducirse como Parte del tiempo en Wall Street. Aunque data del 2000, pudiera estar fechada en el 2008 o ahora mismo en el 2009. Es una pintura pulcramente realizada, muy cercana al lenguaje pop, pero con un grado de elaboración conceptual que rebasa los marcos habituales de esa tendencia. La intención irónica salta a la vista: los nubarrones de colores planos bien definidos contienen gradientes estadísticos que asemejan rayos y centellas. Wall Street, como conocemos, es uno de los centros bursátiles que dicta la pauta del sistema capitalista mundial y rostro crudo del imperio norteamericano. Las palabras sobran; la metáfora se desliza en el cuidado balance de la composición del artista.

Filósofo y sociólogo de notable impacto mediático, además de artista, Fischer ha dicho: "El planeta se volvió financiero. Adoramos al venado de oro y a los demonios de la era numérica. Hoy en día, Goya ya no pintaría la corte de España ni los horrores de la guerra, Ingres no pintaría desnudos, ni Claude Monet nenúfares, ni Van Gogh el sol, ni Malevitch cuadrados negros, ni Mondrian geometrías, ni Picasso naturalezas muertas. Pintarían paisajes financieros, diagramas que suban al cielo y más a menudo desciendan a los infiernos: la economía y las finanzas pasaron a ser nuestro Dios, nuestro cuerpo, nuestra naturaleza, nuestra vida interior y nuestro imaginario. Numérico y numerario se cruzan y se recubren, exaltando o amenazando febrilmente nuestra nueva imagen del mundo".

Cuando expresó lo anterior, estábamos lejos de suponer —aunque los más rigurosos observadores lo habían advertido— una crisis tan catastrófica como la que vive el mundo, desatada por el desmesurado afán de lucro y la despiadada especulación financiera.

Tal vez sirvan estas palabras suyas para asumir una posible lectura de su creación: "El arte es algo mental, pero permite escapar de los límites y la rigidez de los conceptos, de la lógica racional; ir afuera del racionalismo clásico, muy rígido, estrecho y puritano, y permitir a través de la práctica artística tocar de nuevo a la imaginación, a lo irracional, a las pulsiones, a la dimensión corporal y erótica del pensamiento que el racionalismo clásico esconde bajo la alfombra".

 

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