Quizás algunas personas no perciban que una simple sacudida a un
bebé, tomado en nuestras manos con la más sana intención de hacerle
gracias e incluso para que deje de llorar, puede originarle severas
y en ocasiones irreversibles lesiones.
Es por ello de interés adentrarnos en el tema conocido como
síndrome del bebé sacudido, como parte de los empeños de esta
columna en la promoción y prevención en salud, informa Prensa
Latina.
El Doctor Carlos Cabrera Álvarez, Máster en Atención Integral al
Niño, y vicepresidente del Comité Académico para la Prevención del
Maltrato Infantil del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La
Habana, aclara que en Medicina se denomina síndrome al conjunto de
síntomas y signos.
Por ello, dice, el llamado síndrome del bebé sacudido que
identificaremos en lo adelante como SBS se refiere al conjunto de
lesiones originadas por una agresión, intencional o no, que recibe
un niño de una persona de mayor edad o fuerza física al ser sacudido
o lanzado.
- ¿Qué edades en la infancia son las más vulnerables?
Los menores de 3 años y, sobre todo, los bebés de pocos meses de
nacidos.
- ¿Podría señalar cuáles son las causas desencadenantes de este
síndrome?
La principal es la sacudida del niño, aunque existen factores
predisponentes de las lesiones, como son la existencia de una
desproporción entre la cabeza y el cuerpo y también la debilidad de
los músculos del cuello que, ante una maniobra brusca, puede
ocasionar daños muchas veces irreversibles.
- ¿Se podrían producir igualmente como consecuencia de una caída
accidental de la cama, una silla o escalera, e incluso de los brazos
de un familiar o amigo?
Sí. La diferencia con relación a los hechos que menciona radica
en la sacudida, porque en la mayoría de los casos en que se produce
el SBS las personas no perciben, no están conscientes, de que pueden
causarle graves perjuicios al bebé.
- ¿Cuáles son los que se originan con mayor frecuencia?
Pueden producirse daños en casi todo el organismo, aunque los más
frecuentes y graves son las lesiones neurológicas, oftalmológicas,
del sistema óseo, muscular y los oídos.
- ¿Es posible establecer, desde el punto de vista médico, si se
trata de un traumatismo accidental o de una lesión infligida?
Sin duda. Y para ello no se requieren investigaciones con el
empleo de resonancias magnéticas ni tomografías, sino la aplicación
del método clínico: un buen interrogatorio y el examen físico del
paciente.
- ¿Qué síntomas y signos advierten de que se ha generado algún
daño en el niño o niña y cuál es la conducta a seguir?
Entre los síntomas neurológicos se hallan el cambio de
comportamiento, irritabilidad, letargo o adormecimiento, pérdida del
conocimiento, disminución del estado de alerta, cianosis (coloración
azul y a veces negruzca de la piel), vómitos, convulsiones.
Desde el punto de vista oftalmológico, hemorragias en la retina
sin que exista para ello explicación aparente. En cuanto a las zonas
óseas, fracturas de costillas o de un hueso largo, o hematomas y
lesiones de la piel. La conducta a seguir no ofrece dudas: acudir
con urgencia al médico.
- ¿Existen estudios internacionales que expongan la frecuencia de
este síndrome?
En el 2003 se publicó un trabajo en Ontario, provincia de Canadá,
sobre el SBS que refiere 364 casos en 10 años de estudio en 11
hospitales de ese país.
En Estados Unidos el Centro de Prevención del Maltrato Infantil
plantea que se ven cerca de 600 a mil 400 casos por año.
Investigaciones en Cuba demuestran que son contados los maltratos, y
mayoritariamente las personas que sacuden a los niños pequeños lo
hacen para jugar con ellos y provocarles la risa. De ahí la
importancia de conocer los graves riesgos que se pueden originar.
- ¿Cómo prevenir en el tema que nos ocupa?
Es esencial tener siempre presente los peligros que comporta
incluso una leve sacudida a un niño pequeño, especialmente los
padres y familiares, personal de los círculos infantiles, maestros,
en fin, todos los que nos relacionamos de una forma u otra con los
menores.
En ese conocimiento y percepción real del daño que podemos
infligir radica la clave de la prevención.