El
juicio del terrorista internacional Luis Posada Carriles, por
presunto fraude migratorio y falso testimonio, ha sido fijado para
el 10 de agosto, ante la misma jueza que lo liberó; y los fiscales
federales que siguen sin reconocer su pasado terrorista han
solicitado que se le imponga una fianza de 350 000 dólares como
garantía de que comparecerá ante el tribunal.
Según EFE, se pidió también a la jueza Kathleen Cardone que
Posada tenga que llevar un dispositivo electrónico en el tobillo;
que no abandone Estados Unidos —lo elemental— y se abstenga de
comunicarse con los terroristas Santiago Álvarez, Oswaldo Mitat,
José Pujol, Rubén López Castro y Ernesto Abreu, quienes se negaron a
testificar en su causa.
La magistrada Cardone estableció la fecha del juicio en una vista
en El Paso, Texas.
El ex agente de la CIA tendrá que enfrentar cargos por haber
intentado obtener la ciudadanía con declaraciones falsas en una
solicitud presentada el 10 de septiembre del 2005, según la
acusación. El terrorista también mintió bajo juramento en una
entrevista con funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional
en abril del 2006.
En una maniobra dilatoria más para evitar su extradición, la
Fiscalía Federal apeló la decisión de Cardone de desestimar el caso
ante el Tribunal de Apelaciones del Quinto Circuito de Nueva Orleans
que ordenó, después de un plazo interminable, que fuera juzgado.
El 19 de abril del 2007, Posada Carriles salió en libertad y se
dirigió a la casa de su esposa en Miami. Nunca respetó las
condiciones de su liberación ni el más mínimo decoro ante su
situación.
Posada Carriles recién participó en Miami en una asamblea que
reunió a connotados ejecutores del terrorismo contra Cuba.
El evento fue convocado por Ángel De Fana Serrano, quien
participó en 1997 en la isla venezolana de Margarita, en un complot
—planificado por Posada— para asesinar al líder de la Revolución
Cubana Fidel Castro durante la Cumbre Iberoamericana.
El supuesto congreso de ex presos políticos reunió a miembros de
organizaciones terroristas que cumplieron sanciones por su
participación en acciones contra instalaciones civiles en la Isla,
su apoyo a bandas de alzados autores de crímenes sangrientos durante
los primeros años de la Revolución y su involucramiento en planes de
atentados contra sus principales dirigentes.
La reunión se pronunció por condicionar cualquier avance en las
relaciones entre Cuba y EE.UU., restringir cualquier modificación en
la política estadounidense que no sea a favor de sus aliados, los
mercenarios internos abastecidos y financiados con el dinero del
contribuyente norteamericano.
La sola presencia de Posada en ese "evento" de terroristas
intenta enviar un mensaje amenazador a quienes proponen cursos más
constructivos en la política hacia Cuba.