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El gobierno de Iraq arreció su ofensiva contra la rehabilitación del
disuelto partido Baas, a cuyos simpatizantes se les impide hoy toda
actuación en la escena política, a pesar del llamado a la
reconciliación nacional.
Analistas locales advierten incongruencias en la invitación del
primer ministro iraquí, Nouri Al-Maliki, para que la oposición
participe en el proyecto de reconciliación, y se excluya toda
posibilidad de que se incorpore al mismo la agrupación baasista.
El Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baas) dominó Iraq
en el gobierno de Saddam Hussein hasta su derrocamiento por la
invasión que encabezó Estados Unidos, en 2003, tras la cual se
desató una cacería contra su membresía, acusada de cometer varias
irregularidades.
Según el portavoz gubernamental Ali Al-Dabbagh, los ciudadanos
iraquíes están contra todas las formas de presencia baasista en el
ámbito político, dada su asociación con la destrucción de Iraq y de
la región, criterio reiterado por Al-Maliki.
El jefe del ejecutivo afirmó que la desmantelada formación nunca
será un socio en el proceso político del país, y el pueblo no debe
estar alarmado o preocupado por ello.
La Constitución iraquí (promulgada bajo la ocupación extranjera
del país) prohíbe cualquier diálogo con o desde el disuelto partido
Baas, apuntó un comunicado de la oficina del primer ministro.
En ese sentido, advirtió que quien piense dialogar con el Baas o
sólo permitirle reorganizarse, cometería una flagrante violación
constitucional, en conflicto con el estado de derecho y las
instituciones que trabajamos por impulsar en el nuevo Iraq.
Por su lado, el ex primer ministro y dirigente del Movimiento de
Reforma Nacional, Ibrahim al-Jaafari, alertó contra el eventual
retorno del partido de Hussein al ruedo político y subrayó que la
reconciliación no significa que sus militantes sean bienvenidos.
Militantes del partido fundado en 1951 han visto cerrados
prácticamente todos los espacios para expresarse, situación que ha
llevado incluso a obstruir el acceso al empleo en puestos públicos a
muchos de sus simpatizantes.
La parlamentaria Maha Al-Douri, del bloque leal al clérigo
Muqtada al-Sadr, criticó a Al-Maliki por excluir a antiguos miembros
del partido Baas e ignorar la situación difícil que sufren los
chiítas dentro de sus alegados esfuerzos reconciliadores.
Durante su reciente visita al país, el secretario general de la
Liga Árabe, Amr Moussa, urgió al gobierno a ampliar el proceso de
cohesión nacional, en alusión implícita a tomar en cuenta a
funcionarios del anterior ejecutivo dominado por el Baas.
Esperamos que el proceso de reconciliación continúe y se
ensanche. Consideramos la reconciliación como la única base firme
sobre la cual enfrentar todas las amenazas y desafíos, enfatizó
Moussa.