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En medio de manifestaciones a favor y en contra de la liberación del
ex prefecto de Pando Leopoldo Fernández, la fiscalía boliviana
solicitó hoy 30 años de cárcel para esa ex autoridad.
Fernández permanece encarcelado en la ciudad de La Paz desde
septiembre de 2008, acusado de perpetrar una masacre de campesinos
el pasado año.
De acuerdo con el magistrado Félix Peralta, la sanción es la
máxima pena en Bolivia, y está exenta de indulto, pues responde a
los delitos de asesinato por la matanza de al menos 18 labriegos en
la localidad de Porvenir y Filadelfia, el 11 de septiembre último.
Según el representante del Ministerio Público, el requerimiento
fiscal tiene base en que hubo acciones planificadas en esas acciones
violentas.
Peralta fundamentó que su requerimiento se sustenta en una
tipificación específica de la legislación penal vigente.
El prefecto destituido de Pando "está procesado por un delito
común y el artículo 252 del Código Penal establece que la pena
máxima para el delito de asesinato es 30 años de presión sin derecho
a indulto", afirmó.
Desvirtuó las declaraciones de la abogada defensora de Fernández,
Sandra Almaza, quien habría manifestado que el fiscal no tiene
ningún de tipo autoridad jurisdiccional para conocer este caso.
Este martes, también el ministro boliviano de la Presidencia,
Juan Ramón Quintana, descalificó la campaña iniciada la víspera para
exigir la liberación del opositor ex prefecto pandino.
Se trata de una bien montada maniobra política, apoyada por
medios de comunicación privados, en aras de victimizar a los
responsables de la matanza del 11 de septiembre de 2008, advirtió en
declaraciones al canal 7.
De acuerdo con Quintana, los promotores de la cruzada buscan a
través de la dramatización y el engaño confundir a la opinión
pública.
Impulsan una cortina de impunidad para quienes organizaron y
brindaron apoyo logístico en la masacre.
Para Quintana, nadie puede extrañarse de tal intento encubridor
de los opositores, teniendo en cuenta sus antecedentes de corrupción
y nepotismo.
Similar rechazo mostraron movimientos sociales, grupos defensores
de los derechos humanos y familiares de las víctimas del suceso,
calificado por entidades internacionales de crimen de lesa
humanidad.