El
27 de febrero de 1959, al llegar Fidel al Palacio Presidencial,
conversa con el senador chileno Salvador Allende, quien desde hace
varios días se encuentra en La Habana.
El doctor Allende ha venido a Cuba a estudiar el desarrollo de la
Revolución Cubana, a ver de cerca el proceso de estabilización de
los principios revolucionarios y a traer al pueblo de Cuba y a sus
actuales gobernantes el testimonio de la fervorosa adhesión del
pueblo chileno a la lucha emprendida en nuestro país por el
establecimiento de un régimen de justicia social y de libertades
económicas. [...]
La Revolución Cubana no les pertenece exclusivamente a ustedes
—sigue diciendo el doctor Salvador Allende—; se trata del movimiento
de mayor trascendencia que se haya realizado en América. Su
influencia y sus repercusiones rebasan con mucho los límites de esta
hermosa isla. América entera se ha sentido conmovida hasta lo más
hondo por la formidable sacudida que se inició en las alturas de la
Sierra Maestra y llega hasta los límites más australes del
continente. Los líderes cubanos son conocidos en el continente
entero y aunque en su lenguaje de hoy no haya muchas cosas nuevas,
hay, sin embargo, algo de enorme trascendencia: que se trata de un
lenguaje empleado desde el gobierno, por los hombres que tienen en
sus manos los destinos del país. Es el lenguaje de la Revolución en
el poder. (Tomado del periódico Revolución, del 28 de febrero de
1959.)