Por ello, nuestro país intensifica las acciones para lograr el
control de la rabia en el perro y evitar así la transmisión del
virus al hombre y a otras especies animales, indicó a Granma
ayer el doctor Raúl Cruz de la Paz, jefe del Programa de Prevención
y Control de la Rabia del Ministerio de Salud Pública.
Es muy variado el tiempo de incubación del virus, transmitido por
la saliva o la baba de un animal rabioso, porque entre otros
factores está en dependencia de la dosis inoculada, el lugar y la
gravedad de la lesión. Puede existir un periodo de corta duración o
muy prolongado. En Cuba se han presentado los síntomas entre los 25
y 30 días posteriores a la mordedura.
Luego ante un rasguño o herida causada por un animal el
tratamiento local es de suma importancia y, por sí mismo, puede
evitar el desencadenamiento de muchos casos al eliminar o inactivar
el virus inoculado.
Los especialistas indican que la herida se lavará lo antes
posible bajo un chorro fuerte de agua con jabón o un detergente y,
acto seguido, acudir al médico, quien deberá indicar la conducta
para el tratamiento contra la rabia.
El animal nunca debe ser sacrificado para que sea sometido a un
periodo de observación no menor de diez días.
Las manifestaciones de la rabia en los animales comienzan
generalmente con un cambio de conducta. Al principio se aíslan, se
muestran intranquilos, dejan de comer, presentan una excitabilidad
que los hace sobresaltarse al menor estímulo. Estos síntomas se van
acentuando hasta que inician la agresión a objetos, a otros animales
y a quienes los rodean. Incluso pueden autoagredirse.
En los seres humanos la presentación clínica suele estar
precedida por angustia, dolor de cabeza, fiebre, malestar general y
alteraciones indefinidas de la sensibilidad, con frecuencia
asociadas con el sitio de la mordedura del animal. Se presenta
salivación profusa y dilatación de las pupilas. El mal evoluciona
hasta la aparición de parálisis, con espasmos de los músculos de la
deglución, cuando se intenta tragar, lo que provoca miedo al agua
(hidrofobia). También surgen dolores y convulsiones.
Es esencial conocer que independientemente de la calidad de la
atención médica que se brinde, una vez que aparecen las primeras
manifestaciones de esta dolencia, tanto en los seres humanos como en
los animales, la muerte resulta prácticamente inevitable.
Pero si tenemos presente la existencia del riesgo de contraer
rabia ante la más mínima herida causada por un animal y acudimos con
prontitud a recibir atención, podemos evitar consecuencias fatales,
atendiendo a que las vacunas antirrábicas tienen una alta eficacia
y, de acuerdo con la información suministrada por el doctor Cruz de
la Paz, ningún paciente sometido a un tratamiento oportuno con estas
vacunas ha desarrollado la afección.
La rabia, caracterizada por una encefalomielitis (inflamación del
encéfalo y la médula espinal), es una de las enfermedades más
antiguas sufridas por el Hombre y los animales.