Hay que dar por sentado que no pocas cualidades de entereza,
laboriosidad, astucia, energía y fortaleza tienen que haber anidado
en el carácter de este gallego inmigrante, prácticamente analfabeto,
llegado a Cuba, como se dice, con una mano alante y otra atrás, que
en menos de 30 años fue capaz de convertirse en gran hacendado y
terrateniente, cercado como estaba por las propiedades de poderosas
compañías geófagas norteamericanas como la United Fruit y la Cuban
American Sugar, capaz no solo de sobrevivir sino de prosperar a
despecho de ese cerco implacable, y capaz de fundar una de las
comunidades rurales más extraordinarias y singulares en todo el
territorio de la República neocolonial.
De las 27 instalaciones del batey original de Birán Castro, se
conservan hoy, en perfecto estado de mantenimiento, 11 de ellas, y
existe el proyecto de reconstruir al menos dos más.
De todas estas instalaciones, la más notable es, sin duda, la
casa principal. No es, en puridad, la original, pues esta se quemó
hasta los cimientos de manera accidental en 1954, dos años antes de
la muerte de don Ángel, y fue reconstruida exactamente como era en
los años 70 por iniciativa de Celia Sánchez.
Con 513 metros cuadrados de cubierta, la gran casa está levantada
sobre 76 pilotes de caguairán y otras maderas duras que dejan
espacio a un amplio sótano donde dormía el ganado y servía de garaje
al equipo automotor. Rasgo distintivo de la casa es la habitación en
forma de altillo que compartía don Ángel con su esposa Lina Ruz,
verdadero mirador desde cuyas ventanas el dueño podía contemplar
todo el paisaje circundante.
En Birán se conserva intacta también la Escuela Rural Mixta No.
15, en la que los hijos del matrimonio Castro Ruz aprendieron las
primeras letras. Se conservan un barracón y los humildes bohíos de
guano de los infelices inmigrantes haitianos que encontraron en la
finca de don Ángel trabajo digno y trato humano.
Se conservan la valla de gallos, la carnicería, el pequeño
edificio para el correo y el telégrafo —el único que no era
propiedad de don Ángel––, la nave y taller de carretas, el bar y
billar "La Paloma" —única instalación de mampostería— y la casa de
la maestra, entre otras construcciones que le conferían al batey su
autosuficiencia.
Y existían también, para completar esta condición de plena
autosuficiencia, una tienda mixta, una panadería y una fonda para
los transeúntes del camino real hacia Santiago desde la bahía de
Nipe, que atravesaba el batey y cuyas huellas aún se conservan.
Estas dos últimas instalaciones son las que serán reconstruidas para
acercar más el batey a su fisonomía original.
Existen también la acogedora casa de la abuela, levantada al pie
del espectacular algarrobo que domina majestuoso el centro del
batey, y era la vivienda de doña Dominga González, la madre de Lina,
así como una edificación de dos plantas construida para Ángelita, la
hermana mayor de los Castro Ruz, que por sus características y
funciones adicionales fue conocida como el hotelito.
Y, por último, la llamada Casa Número 2, construida en los altos
del bar "La Paloma" para que fuera ocupada eventualmente por el hijo
abogado de don Ángel cuando después de terminar sus estudios
universitarios regresara a Birán a hacerse cargo del manejo legal de
la finca. Este hijo, sin embargo, nunca llegó a ocupar esa vivienda,
pues optó en cambio por hacerse cargo de una empresa mucho más vasta
y compleja, que fue la Revolución.
Muy cerca de la escuela y la casa de la maestra se levanta el
panteón familiar donde descansan los restos mortales de don Ángel,
Lina y los abuelos maternos de los hermanos Castro Ruz.
Desde hace varios años, el batey histórico de Birán es atendido y
manejado por un eficiente equipo de trabajo subordinado a las
Oficinas de Historia del Consejo de Estado, como joya principal de
su red de sitios de especial relevancia y valor patrimoniales, que
incluye entre otros la Comandancia General del Ejército Rebelde en
La Plata, el Museo Casa Natal de Celia Sánchez en Media Luna, y el
Complejo Memorial del Che en Santa Clara, instalaciones todas
declaradas también Monumentos Nacionales.
Hoy, al llegar al batey de Birán Castro, el visitante olvida de
golpe todo el polvo, el calor y la fatiga del viaje hasta el lugar,
envuelto de inmediato por la frescura del aire y el hechizo de un
verdor esplendente. Y su asombro se completa al descubrir las
muestras inesperadas, insólitas y magníficas de una arquitectura
vernácula rural de madera que no tiene paralelo en el país.
Por todos estos valores históricos y sociales, por sus
excepcionales valores arquitectónicos y paisajísticos, por ser
ejemplo supremo de construcciones perfectamente integradas al
ambiente, es por lo que la Comisión Nacional de Monumentos ha
decidido declarar el batey histórico de Birán Monumento Nacional,
decisión en la que también habrá pesado el hecho de ser el sitio
natal del Comandante en Jefe Fidel Castro, del General de Ejército
Raúl Castro y de sus otros hermanos de padre y madre.
El Conjunto Histórico de Birán, situado en el municipio
holguinero de Cueto a 72 kilómetros de la ciudad de Holguín y a unos
30 del poblado de Marcané, fue abierto como museo al aire libre en
noviembre del 2002, y es visitado cada año por decenas de miles de
turistas nacionales y extranjeros que invariablemente quedan
cautivados por el singular encanto y la abrumadora belleza del
lugar.
Porque hoy, el batey de Birán, obra forjada a golpe de amor y
tesón por esos dos seres humanos extraordinarios que fueron Ángel
Castro Argiz y Lina Ruz González, sigue siendo un lugar realmente
mágico.