Otro
que se ha ido es el narrador norteamericano John Updike. A los 76
años de edad esta semana se despidió de los vivos en una residencia
de ancianos en Danvers, Massachussets. Norman Mailer lo atacó sin
piedad; dijo que era el tipo de autor que encantaba a los lectores
que no tenían la más mínima noción del arte de la escritura.
Un crítico, sin embargo, observó: "Se puede escribir sobre
deportes como el baloncesto o el béisbol y hacer que resulte
entretenido, pero escribir sobre golf y conseguir que el lector se
apasione, es algo que sólo está al alcance de John Updike".
En su país halló consenso como uno de los más agudos retratistas
de la clase media norteamericana desde los días de la Gran Depresión
hasta los contradictorios años sesenta, marcados por el envío de
tropas a Vietnam y la llamada liberación sexual.
Entre nosotros hizo época la adaptación fílmica de una novela
suya; Las brujas de Eastwick, una historia rebosante de humor
negro en el que tres mujeres desoladas se vengan de un seductor,
encarnación simpática del demonio, interpretado por Jack Nicholson.
Sin ser su mejor obra literaria, en ella se puede hallar la
medida del poder de fabulación del escritor y de sus obsesiones: el
sexo, el arte y la religión. Todo bajo un denominador común: el
desencanto.
Los obituarios recuerdan cómo en 1968, su libro Couples
(Parejas) desató controversias al describir los cambios de
costumbres de la liberación sexual en Estados Unidos, mediante una
fina observación de la complejidad humana detrás de las apariencias.
A la hora de hablar de preferencias en la obra updikiana, muchos
se quedan, incluido este redactor, con su tetralogía Rabbit
(Conejo), en particular la novela Corre, Conejo, por la
ironía que destila al abordar la frustración sentimental del
protagonista.
Una de sus más recientes producciones terminó por alinearse con
los tópicos de las teorías racistas de Samuel Huntington sobre la
guerra de las civilizaciones, a raíz del ataque a las Torres
Gemelas. Por mucho que en Terrorista (2006) Updike trató de
pintar las tramas de una sociedad decadente, al tratar de entender
las razones que podían mover a un joven árabe-norteamericano a
obedecer las órdenes de un imán fanático, reduce la psicología del
personaje a los fatídicos lugares comunes con que los medios
estigmatizaron entonces al Islam en su conjunto.
Updike ganó dos veces el Premio Pulitzer. En los últimos años
sonó una y otra vez en las cábalas del Nobel. Nunca lo alcanzó.