A un mes del fallecimiento del maestro Harold Gramatges
(1918-2008), el público habanero pudo recordarlo por medio del
recital que ofreció el último fin de semana el Dúo Promúsica, en la
Basílica Menor del Covento de San Francisco de Asís. Como acotara a
este cronista el violinista Alfredo Muñoz, quien junto a la pianista
María Victoria del Collado conforma el dueto de intérpretes, era
este un concierto que ellos le debían a Harold.
Ya en marzo de 1997 Promúsica hizo igual programa. ¿Por qué
entonces insistir en las mismas obras?, pues porque la Sonata Op.
24 Primavera, de Ludwig van Beethoven; el Dúo Op. 162,
de Franz Schubert; y la Sonata Op. 108 # 3, de Johannes
Brahms, fueron las primeras piezas del repertorio camerístico que
Gramatges escuchara al llegar a La Habana, en el año 1936. La
impresión que le causaron dichas partituras tuvo tanta connotación
en el maestro que aquellas sensaciones quedaron guardadas hasta
1981, cuando compuso Diálogo para violín y piano, obra que
cerró el mencionado concierto.
Independientemente de ello, estas creaciones de Beethoven,
Schubert y Brahms constituyen una selección muy atinada y
comprometedora para los intérpretes. Promúsica dio fe de estar en
plena capacidad artística para enfrentar dicho repertorio, no
olvidemos que se trata de un conjunto de cámara emblemático, cuya
trayectoria alcanza los 28 años de experiencia.
La Primavera advierte un tránsito expresivo dentro del
ciclo de las diez Sonatas para violín y piano escritas por el
compositor alemán. Resulta poco dialéctico hablar de un Beethoven
clásico o uno romántico, aunque bien sabemos que trascendió los
marcos del primero para adentrarse en los albores de la expresión
decimonónica. Al hacerlo podemos convertir el devenir musical en un
cuadro pragmático, libre de asimilar los cambios consecutivos que
las propias épocas suponen. Para los músicos es sumamente importante
encontrar en su Op. 24 el híbrido estético que ella plantea. A
juicio de quien aquí escribe, el Dúo Promúsica alcanzó sin esfuerzos
una interpretación justa.
Algo parecido sucede con la obra de Franz Schubert, quien fuera
uno de los primeros románticos, sin embargo, apegado a la usanza del
periodo que le antecedió. De tal forma, presenta una factura clara,
con una constante alegría resuelta por los intérpretes, sin olvidar
aquellas melodías de expresión mesurada que mucho nos recuerdan la
producción liderística del autor.
Llegamos entonces a la tercera sonata de Brahms, donde Promúsica
entregó mucho de sí, especialmente por el perfecto balance entre los
instrumentistas, sin que los diseños pianísticos opacaran un ápice
el discurso del violín. Mención aparte merece el Adagio,
logrado con lirismo y sonido intensos.
Obviamente, Diálogos, de Harold Gramatges, basada en las
técnicas compositivas que alcanzaron su mayor esplendor en la década
del setenta, rompió radicalmente con lo planteado en las obras
anteriores. Pero, para sorpresa de quienes la escuchamos por vez
primera esa tarde, nos encontramos con el Harold siempre
sorprendente. El maestro parte de las sonoridades contemporáneas
—que parecen nunca perder su camino— para citar luego, en distintos
momentos, el Adagio, de Brahms; el Rondó-Allegro ma
non troppo, de Beethoven; más tarde un pasaje del Concierto A
la memoria de un ángel para violín y orquesta, de Alban Berg; y
por último el Allegro moderato, de Schubert. Lo impresionante
es la manera en que llega y sale de cada una de estas citas
textuales. ¡Sencillamente genial!
El presente recital es sin duda un referente dentro de la
programación de las salas de concierto habaneras, tanto por el deseo
de homenajear a un grande de nuestro país como por constituir en sí
mismo una propuesta artística de altos valores.