Fijando el panorama

El más reciente poemario de César López a la Feria del Libro

Rogelio Riverón

En la multitud de personajes que van y vienen por la poesía de César López (Santiago de Cuba, 1933, Premio Nacional de Literatura), hay uno, adolescente y provinciano, que observa un edificio y más tarde, al describirlo, lo confunde.

Con esta retraída manera de entrar a Paisaje, panorama (Editorial Letras Cubanas, 2008), me he dejado llevar por lo que sea tal vez una de las claves del presente libro: lo provisorio de toda percepción, unido a la prisa con que transcurrimos. Sin pasar por alto que la vehemente poesía de César López es capaz de barajar tantas notaciones como estados tiene el espíritu, se pudiera estar de acuerdo en que determinadas experiencias como el amor, la paz, la no menos trabajosa ascensión hacia la amistad, y la muerte, nos autorizan aquí como a una ojeada a distancia, sumamente irónica, para después, como al final de una película, penetrar nuevamente en nosotros mismos.

Me había prometido que trataría de relatar mi relación con estos versos sin acudir a sostenes efímeros, como aquello de ubicarlos en la tan nombrada corriente coloquialista. Decir mi aprehensión de Paisaje, panorama sin argumentos antojadizos, pues ante esta poética de la intensidad uno debiera dejarse estar; insertarse en el vaivén de esas frases capaces de una resonancia que activa a una vez lo sonoro, lo visual y las constantes fugas hacia la gran poesía cubana y universal. Corregido y ampliado a partir de la edición del 2007 por la propia Letras Cubanas, este cuaderno, que tendrá varias presentaciones en la ya próxima Feria del Libro, posee otra virtud: la de insinuar que el poeta es a la vez sujeto y espectador de su obra. Con pasmosa flexibilidad a la hora de escoger su léxico, César López asume en un momento el rumbo que esquivó en otro, y nos oferta una vigorosa sinfonía del tiempo y de la historia. Hay en estos versos tendidos una voluntad coral y una freática aceptación de aquello que, una vez alcanzado, no se puede retener.

Y sin embargo, con la colocación inesperada de un sustantivo, con el giro súbito hacia determinado epíteto, Paisaje, panorama se aleja del punto de vista solemne y, tras confirmar su elevado sentido de lo humano —lean el poema que comienza así: El barco no zarpó¼ , en la página 65— hace evidente la calidad de una obra con la que se puede pugnar con tiempo.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas | Especiales |

SubirSubir