Salvador Corratgé

Latigazos de color

TONI PIÑERA

Con el ímpetu de la juventud de sus primeros 80 años, el célebre creador desenreda y enreda la madeja abstracta de sus creaciones, esas que desde hace más de seis décadas desandan por nuestras pupilas con toda la carga de síntesis, talento, imaginación...

Un mundo que cambia desde su interior, he ahí la fuerza y leitmotiv de la obra de Salvador Corratgé (La Habana, 1928), para quien el arte es una multiplicación de maneras de hacer que él ha conjugado en su intensidad creativa (pintor, fotógrafo, dibujante, serígrafo, diseñador, orfebre, ceramista) durante muchas décadas de las ocho vividas...

La telaraña de mis sueños es el título de su más cercana exposición que está abierta en la galería La Acacia (San José 114, Centro Habana), en ocasión de su aniversario 80. Enigmático título que pone en juego una "telaraña" de situaciones abstractas que han abarcado su obra en el tiempo y de disímiles formas o, mejor, con apellidos diferentes para llegar al mismo lugar inhóspito, extraño, moderno, pero original que le ha colmado gran parte de su tiempo sobre esta tierra en forma de artista.

Persiguiendo la creatividad del artista manifestamos un deleite visual en la energía alborotada de cada pintura. Las dispares imágenes se encuentran en un tenso equilibrio entre fuerzas opuestas creadas por velos de colores y su constante metamorfosis. Hay en ellas una vertiginosa perspectiva que se traduce en el posible desorden de nuevas formas que parece un eco de aquel decurso de la vida. Es esta la perspectiva que el autor tiene de la vida, o se trata de la de espectador?

En estos trabajos se percibe una mezcla rítmica de latigazos de color, signos abstractos y símbolos, pintura dinámica que habla como de la energía cósmica como fuente de la interacción humana a través del tiempo. Son, en una palabra, metáforas de la existencia terrenal descrita por medio de la pintura en formas únicas. En otras emergen trazos flagrantemente infantiles y hay también una sofisticada aproximación a la construcción de la imagen, algo que distingue a su obra como la evidencia de una visión artística que ha sido reconocida por medio de exposiciones, premios y aclamación por parte de la crítica en más de 50 años. Porque en su imaginación fantástica-abstracta, Corratgé desafía las leyes de la naturaleza, ignora las barreras entre tiempo y espacio y lo concibe todo como un paseo mágico.

Son estas de hoy, pinturas muy jóvenes, desenfadadas, espontáneas, sueltas y más libres que se salen de lo geométrico que lo acaparó durante bastante tiempo, inspiradas en brochazos, juegos de color y texturas que apuntan hacia divertimentos que lo animan en sus horas creativas porque cada vez está más joven, según confesó... Son oleadas de manchas, trazos sobre brochazos y pinceladas que van subrayando-contorneando la esencia de las piezas matizadas por combinaciones equilibradas como un nuevo giro en su quehacer.

Más de 20 obras (acrílicos sobre lienzo) conforman la muestra de Salvador Corratgé, fundador del grupo Diez Pintores Concretos que anota más puntos a una larga y fructífera trayectoria en la plástica cubana y nos vuelve a sorprender de nuevo con ese espíritu de experimentación y búsquedas, en un trabajo que aunque no va tras la perfección equilibrada de las formas, nos trae la armonía en la combinación de las amplias gamas cromáticas.

 

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