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Palestina:
Entre la indiferencia y la inoperancia
ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu
La afirmación del entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon,
el 22 de abril del año 2004 ante el Parlamento de Tel Aviv de que
"el respaldo del presidente George W. Bush al plan de Israel para
los territorios palestinos es un éxito sin precedentes", podría
resumir el por qué no ha habido solución a un conflicto que por día
se complica.
Israel
está convirtiendo a Gaza en una tierra arrasada.
Desde el 11 de mayo de 1949 en que la ONU admitió como miembro al
Estado israelí, han transcurrido sesenta años que pudieran
caracterizarse en tres aspectos: violación constante y ocupación por
parte de Israel de territorios palestinos, de Siria y del Líbano;
apoyo total e incentivo militar al Estado sionista por parte de
Estados Unidos; e indiferencia internacional cuyo exponente
principal es la ineficacia de instituciones como la propia ONU,
cuyas resoluciones o han sido boicoteadas por Estados Unidos o no
han servido siquiera para aliviar parte del diferendo.
Ha predominado en el tema la indiferencia internacional, unida a
la inoperancia del Consejo de Seguridad de la ONU, y la división
interna en el movimiento palestino.
Suman
más de 2 000 los heridos.
Los Estados árabes, los países No Alineados y otros europeos,
asiáticos y latinoamericanos, han promovido la adopción de acciones
obligatorias en las que Tel Aviv cumpla con lo exigido y cese la
ocupación y los ataques. Pero, una y otra vez, ha aparecido la mano
levantada de los representantes de Washington con su veto para
quitar toda validez posible a esos documentos.
RESOLUCIONES Y NO SOLUCIONES
En el año 1947, la resolución 181 de la Asamblea General de la
ONU establece la existencia de un Estado palestino y otro judío, así
como una zona bajo control internacional en los lugares santos de
Jerusalén y Belén. Tal documento nunca se aplicó y seis meses
después de su aprobación, el 15 de mayo de 1948, Israel emprende la
agresión en lo que se denominó la primera guerra árabe-israelí.
Tras la expulsión forzada de cientos de miles de palestinos de
sus tierras, la ONU adoptó la Resolución 194 del 11 de diciembre de
1948 que exige el regreso de los refugiados a sus hogares. Otra de
las exigencias internacionales que nunca se ha cumplido por los
gobiernos israelíes.
Si un Acuerdo del Consejo de Seguridad muestra cuán frágil es la
ONU y cuán poco respeto hacia ella han tenido Israel y Estados
Unidos, es el número 242 del 22 de noviembre del año 1967, que exige
la instauración de una paz justa y perdurable en el Oriente Medio,
que pasa por la retirada del ejército israelí de los territorios
ocupados.
En esta cronología, donde la ONU exige y Tel Aviv no cumple, en
el año 1979 el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 446 que
declara ilegales los asentamientos judíos que ya el Estado sionista
comenzaba a levantar y ha seguido haciéndolo hasta nuestros días en
territorios ocupados.
La adopción del Acuerdo 478 que censura enérgicamente la
aprobación por el Parlamento israelí de declarar a Jerusalén como
capital; el 497 que deja sin efecto la anexión israelí de la Alturas
de Golán sirias; la resolución 3236 que establece el derecho de los
palestinos desplazados o expulsados a regresar a sus hogares, y
otros muchos, se han convertido en documentos engavetados como parte
de la indiferencia internacional ante el conflicto, gracias al
incumplimiento israelí y al respaldo de Estados Unidos en su
política de doble moral.
LA RESISTENCIA: UN DERECHO
En esta historia ha correspondido a la población palestina la
peor parte. Miles de sus hijos han resultado muertos, heridos o
mutilados, masacrados por las bombas, misiles y tanques israelíes.
Decenas de miles han vivido durante décadas en campamentos de
refugiados dentro de su Patria y en países vecinos.
Mientras, los asentamientos judíos crecen y el muro del apartheid
se levanta por cientos de kilómetros de la tierra palestina.
Otra medida aplicada es el cierre de los pasos fronterizos hacia
Egipto o al propio Estado sionista, como parte de la política
genocida de Tel Aviv, que priva a la población árabe de
medicamentos, comida, electricidad, agua, y otros recursos básicos.
En estas circunstancias la resistencia palestina es la única y
posible arma para defender la existencia misma de la nación, la
independencia, y el derecho a un Estado propio.
Pero un elemento interno, las divisiones interpalestinas, hace
más vulnerable la causa.
Presiones externas y concesiones en busca de una solución final
aparecen abonando un camino de desesperación evidente en la
aplicación de métodos de guerra desfavorables.
Hoy Palestina está fraccionada. Gaza, con millón y medio de
habitantes, es una ciudad asediada, agredida, masacrada, y con el
80% de su población hambrienta, y está gobernada por el grupo Hamas,
que triunfó en las elecciones, y al que Estados Unidos tilda de
terrorista.
Del liderazgo histórico del fallecido presidente palestino Yasser
Arafat, se cayó en lo que Israel y Estados Unidos han aupado con
todas sus fuerzas: la división.
Por un lado las gestiones políticas y diplomáticas en las que
participa el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud
Abbas, aún confiado en Hojas de Ruta y otros planes nada realistas
ni viables mientras Estados Unidos sea juez y parte; y por otro la
resistencia islámica encabezada por el movimiento Hamas, en Gaza.
Bush y los gobiernos agresivos de Washington; Israel con sed de
territorios y de sangre; la ONU con resoluciones que no resuelven; y
el movimiento palestino dividido, hacen cada vez menos viable la paz
que requiere la región del Oriente Medio y en particular la sufrida
población árabe que ahora Tel Aviv quiere cercar en verdaderos
guetos. |