Los
exponentes del sable de nuestros tiempos, como va ocurriendo en
muchos deportes, son cada vez más espigados...
"Si analizamos los 16 primeros del ranking mundial encontramos a
10 o 12 con estaturas superiores a 1.84 metros, incluso, hasta de
1.90", nos comentó Adolfo Polo, desde el 2001 jefe de entrenadores
de esta área en el equipo nacional, y ex sablista durante los
mejores años de esta especialidad en casa.
"Nosotros hemos ido ganando en el promedio. Antes era entre 1.79
y 1.80, ahora lo hemos llevado a 1.82, con hombres de 1.84, y uno de
1.88, el pinareño Dayron Díaz, el primero del patio", agregó Polo,
quien realizó una maestría en la Actualización del orden
metodológico atendiendo a las tendencias competitivas. Y, siempre
acucioso, se encuentra calentando el sable, es decir, la
preparación, para discutir el título de Doctor en Ciencias.
La introducción del sable eléctrico, última de las armas en
incorporar esa novedad, revolucionó esta área, al punto de
convertirla, según la misma fuente, en la más desarrollada: hombres
más altos, que no por ello disminuyeran la velocidad de reacción, y
capaces, claro está, de tener un mayor alcance.
"Hay un movimiento nuevo: el salto volante. Se realiza para tener
mayor alcance en el ataque, y consiste en dos o tres pasos y una
fase de vuelo", explicó el técnico.
Otras novedades, en diversos momentos, han sido el endurecimiento
de las hojas con el objetivo de que perdieran flexibilidad; la
reducción del tiempo de contacto a 120 milisegundos; la eliminación
de la tela metálica en el guante de la mano empleada por el tirador
(para que no encienda el bombillo), y la supresión de la flecha (la
televisión no podía centrar bien la imagen en esa acción).
"Se ha regresado a un estilo más tradicional. El sable es
actualmente el arma más parecida a lo que vemos en las películas."