Ignorada (olímpicamente) por el jurado del último Festival
del Nuevo Cine Latinoamericano, llamó la atención que fuera el
público, con su voto, quien sacara a ruedo la que sin duda fue una
de las mejores películas exhibidas en el certamen.
El premio de la popularidad otorgado a Los dioses rotos no
respondía a una de esas películas simpáticas y con ganchos cien
veces probados para meterse en el bolsillo a una amplia audiencia,
sino a una obra que, a partir de una temática compleja, desplegaba
una estructura narrativa de riesgos si se toma en cuenta que era el
debut en largometrajes de Ernesto Daranas.
Y Los dioses rotos, bien dirigida y actuada, dio hasta tal
punto en el clavo que no sería arriesgado afirmar que clasifica
entre las óperas prima más estimulantes en la historia del cine
cubano.
Ya en el Festival, poco antes de darse a conocer los premios
oficiales, tanto la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica
como el Círculo de periodistas culturales le otorgaban sus
respectivos premios. Y ahora, la primera de esas entidades, la acaba
de seleccionar entre los filmes más significativos exhibidos en el
país en el año 2008 (el único largometraje del patio) y con ello se
vuelve a hacer justicia.
Inmensa felicidad que el público y los especialistas del sector
(a veces grandes antagonistas) coincidan.
De jurados y premios oficiales se viene hablando desde aquel
primer concurso, en tiempos de las cavernas, en que la voz más
fuerte del grupo ––y sin duda la vencedora–– no recibió la corona
por razones que todavía se mantienen en el misterio.
Pero Los dioses rotos seguramente estará presente en otros
festivales del mundo y, a lo mejor, entonces sí.