En
las tinieblas de la noche, de aquel Primero de Enero de 1959 se
gestaba la traición en la capital, con el marcado propósito de
impedir el triunfo de la Revolución.
A cientos de kilómetros se libraba la maravillosa e increíble
hazaña de la batalla de Santa Clara y más allá, en el Oriente, se
preparaba el asalto final para la toma de Santiago.
El 31 de diciembre de 1958, el Comandante Fidel Castro, había
pasado el día en la ciudad de Palma Soriano, plaza rendida el 27 de
diciembre. Bien entrada la noche, se había dirigido al Central
América, lugar en el que desde el día 19 de diciembre, radicaba la
Comandancia del Ejército Rebelde.
Durante las primeras horas de la mañana del Primero de Enero de
1959, se desconocía lo que estaba ocurriendo en La Habana. Las
compañeras del Pelotón Mariana Grajales, habían ido a saludar al
Jefe de la Revolución por el año nuevo. Todo transcurría con
normalidad en el lugar, algunos compañeros comentaban sobre los
incidentes del combate de Maffo, cuya guarnición se había rendido
finalmente ante la ofensiva rebelde. Con esa victoria, la provincia
de Oriente estaba prácticamente en poder de la Revolución y su
avance era arrollador.
Poco antes de las ocho de la mañana, llegaron algunas noticias
preocupantes. Una emisora de radio extranjera había transmitido que
el dictador Fulgencio Batista y familia, habían huido a Santo
Domingo. Luego otra más preocupante. Una emisora nacional anunciaba
"que en esos momentos iba a tener lugar en el Campamento Militar de
Columbia una importante reunión a la que han sido convocados los
periodistas". Otra, "que Radio Progreso anuncia que el General
Cantillo asumió la jefatura del ejército y el Magistrado del
Supremo, Dr. Carlos M. Piedra, la Presidencia de la República".
Desde el rústico portal de una casa de paredes de madera y un
techo de zinc, a pocos metros del batey de Central América, se
escuchó una voz inconfundible que expresaba:
Es una cobarde traición, pretenden escamotearle el triunfo a la
Revolución.
Todos los que estaban allí, se acercaron para escuchar con
atención las palabras del Jefe de la Revolución que impartía
instrucciones con pleno dominio de la situación:
Hay que atacar Santiago que las tropas que están en Palma y
Contramaestre se sitúen en el Cobre. Que alguien se adelante a Palma
Soriano, y llegue a la Planta Móvil Radio Rebelde para que la tengan
dispuesta.
Es un momento decisivo de la Revolución. Los recuerdos son
imborrables. Con palabras firmes Fidel expresa dirigiéndose a los
jefes militares, de no hacer alto al fuego en ningún momento.
En el mismo portal, se apoyó en una mesita y tomando una pequeña
libreta comenzó a escribir, tal vez unos diez o quince minutos, un
documento de virtual trascendencia, tal vez uno de los más
importantes de todo nuestro proceso revolucionario, que con gran
firmeza y visión de futuro, fija la precisa posición de la
Revolución en un momento crucial.
Al terminar de escribir en el mismo portal, Fidel lee el
documento a los presentes de manera vibrante. A todos se nos hace un
nudo en la garganta. Cada vez que uno lee otra vez ese documento,
que se esuchó hace 50 años, descubre en cada frase, la palabra
adecuada, las órdenes precisas, que con gran visión política fijan
la verdadera posición que el momento requería.
Fidel se multiplica, con pleno dominio del momento que vivíamos:
¡Revolución Sí; golpe de Estado NO! Al parecer se ha producido
un golpe de Estado en la capital. Las condiciones en que ese golpe
se produjo son ignoradas por el Ejército Rebelde. Cualquiera que
sean las noticias procedentes de la Capital, nuestras tropas no
deben hacer alto al fuego en ningún momento. Golpe de Estado para
que Batista y los grandes culpables escapen, NO; porque solo servirá
para prolongar la guerra. Las operaciones militares proseguirán
inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta
Comandancia. Más unidos y firmes que nunca debe estar el pueblo y el
Ejército Rebelde para no dejarse arrebatar la victoria que ha
costado tanta sangre. No sin antes hacer un llamado urgente a la
huelga general.
Ordenadamente, tal vez a las nueve de la mañana, una pequeña
caravana encabezada por Fidel y Celia sale rumbo a Palma Soriano
donde se encuentra la Planta Móvil Radio Rebelde, 7-R-R. Al llegar,
están listos los micrófonos y el Jefe de la Revolución dio a conocer
la alocución histórica al pueblo de Cuba que antes habíamos
escuchado en el Central América.
Al salir de la emisora, el momento es de tensión. Faltaban otras
batallas por librar. Fidel ha sido contundente en su ejemplar
alocución. La traición del General Cantillo es evidente. Este, en su
viaje a La Habana, hizo todo lo contrario a lo acordado en la
reunión del 28 de diciembre en el Central Oriente. Cada minuto es
decisivo.
El Comandante Fidel Castro al referirse a ese momento
manifestaría horas después: Frente a este hecho, ante esta
traición, dimos órdenes a todos los comandantes rebeldes de
continuar las operaciones militares y continuar marchando sobre los
objetivos; en consecuencia inmediatamente dimos órdenes a todas las
Columnas destinadas a la Operación Santiago de Cuba, avanzar sobre
esa ciudad. (1)
Prácticamente, cuando las tropas estaban por arribar sobre este
objetivo, el Coronel Rego Rubido, que había sustituido al General
Cantillo en el mando, realiza un viaje en helicóptero. El lugar de
esta importante reunión sería la Loma del Escandel. Hacia allí se
dirige Fidel. Casi cayendo la tarde se produce el encuentro de Fidel
y el Coronel Rego Rubido. El espectáculo que se produce en aquella
reunión fue algo inimaginable. Alrededor de ambos, se confunden los
uniformes verde olivo con los caqui amarillos de soldados y
oficiales del ejército de Batista, que ya cubrían sus brazos con el
brazalete negro y rojo del 26 de Julio.
Fidel es claro en su exposición y en medio de una gran
expectación, el Coronel Rego Rubido, Jefe del Mando Militar de
Oriente, rinde la plaza.
Prácticamente en ese momento, el Comandante Raúl Castro ha
entrado en el Cuartel Moncada y al ver una fotografía de Batista en
una pared, la tiró al suelo. Acto que aplaudieron los soldados. La
moral de esa tropa está totalmente perdida.
Cuando se comienza a bajar aquellas sinuosas lomas ya
oscureciendo y las tropas rebeldes se acercan a la cien veces
heroica Santiago de Cuba, cuna de los Maceo, donde reposan los
restos de Martí y Céspedes, parecía que las luces de la ciudad
renacían entre las sombras. ¡Era la luz de la esperanza! Parece un
sueño lo que está sucediendo. El Ejército Rebelde, los nuevos
mambises, están entrando en Santiago de Cuba. Esta vez, el
imperialismo no puede impedirlo! Antes pudieron! ¡Ahora no! Había
desaparecido el fantasma del fatalismo geográfico. Se hizo posible
lo imposible.
No es fácil sintetizar tantas vivencias. Aquel Ejército Rebelde
con Fidel al frente de la Columna Uno "José Martí" entraba
victorioso a Santiago de Cuba aclamado por el pueblo, cinco años,
cinco meses y cinco días después del Moncada. Se logra el triunfo
rompiendo esquemas. Los modelos establecidos salen de escena. No se
contó con apoyo ni asesoría foránea. La Historia me Absolverá
fue por derecho propio el documento raigal de la Revolución cubana.
Al constituir un acontecimiento de significación internacional, era
un mensaje para todos los pueblos. Solo se tuvo en cuenta nuestra
tradición de lucha y sus objetivos, basados en un efectivo
conocimiento de nuestra historia. Las utopías fueron superadas por
la realidad teniendo como héroes de aquella hazaña a combatientes de
carne y hueso salidos del pueblo. Aquel día recordé el libro
Héroes Humildes del General Mambí Serafín Sánchez.
Esos hombres y mujeres estaban presentes. Caminaban con sus
raídas vestimentas, sin entorchados ni oropeles, los más dispares
sombreros cubrían sus cabezas. No había uniformidad en su marcha.
Pero existía algo que los identificaba, sus ideales. Eran los
barbudos de Fidel que traían bien apretadas en sus manos, las armas
que le habían arrebatado al enemigo, fusiles con los que había
combatido contra un poderoso ejército profesional equipado y
asesorado por los Estados Unidos. La línea de la Sierra había
triunfado.
Todo esto pensaba a la entrada de la legendaria e histórica
ciudad de Santiago de Cuba. Una multitud esperaba en las calles, era
apoteósico el júbilo popular. Prácticamente no se podía caminar. Los
gritos de Fidel, Fidel, aumentaban a cada paso. Lo espontáneo
reinaba, la alegría era contagiosa. Por fin se pudo llegar al Parque
Céspedes. Desde los balcones del Ayuntamiento el líder de la
Revolución se dirigió al pueblo y ese mismo pueblo, que era el
principal protagonista en la lucha lo escuchó cuando dijo: Al fin
hemos llegado a Santiago. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos
llegado. Muy preciso cuando manifestó La Revolución empieza
ahora, no será una empresa fácil, la Revolución será una empresa
dura y llena de peligros. Podemos decir con júbilo en los cuatro
siglos de fundada nuestra nación por primera vez seremos enteramente
libres y la obra de los mambises se cumplirá (2) y anunció que
al terminar el acto marchará con los combatientes de la Sierra
Maestra hacia la Capital.
Así terminaba aquel primer día de enero de 1959, en que el pueblo
de Santiago de Cuba festejó la victoria de la Revolución Cubana.
¡Una epopeya que conmocionó al mundo! y comenzó otro momento
histórico sin precedentes: ¡La Caravana de la Libertad!
(1) Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, el
Primero de Enero de 1959, en Santiago de Cuba. Versión Consejo de
Estado.
(2) Ídem.