NUEVA YORK, 30 de diciembre.— Los colaboradores más estrechos del
presidente norteamericano, George W. Bush, revelaron que nada afectó
tanto su popularidad como las devastadoras consecuencias del huracán
Katrina y la reacción de su gobierno, que fue muy criticada, informó
la última edición del mensuario Vanity Fair, citado por ANSA.
Ni los ataques del 11 de septiembre del 2001 ni la guerra en Iraq,
ni las cárceles de la ilegal base de Guantánamo en Cuba y la de Abu
Ghraib en Bagdad, y los delitos en ellas cometidos, como la
aplicación de torturas, alcanzaron en algún momento ese nivel.
El mandatario saliente no pudo recuperarse después del fenómeno
que, en agosto del 2005, destruyó casi la ciudad de Nueva Orleans.
Entonces su popularidad cayó al 39%,
Dan Bartlett, ex director para las comunicaciones en la Casa
Blanca, y Matthew Dowd, responsable de los sondeos sobre el
presidente y ex responsable de la campaña por la reelección en el
2004, tuvieron sobre la cuestión palabras durísimas y sin
ambigüedad.
"Políticamente se trató del último clavo en su ataúd", explicó
Bartlett, mientras para Dowd "Katrina representó la gota que rebasó
el vaso".
El encuestador de Bush agregó que "en ese momento la relación con
el público estadounidense se rompió. Y una vez rota esa relación, el
presidente no tuvo ya capacidad de hablar con el público
norteamericano".
El más crítico de Bush es quizás Lawrence Wilkinson, ex
colaborador del ex secretario de Estado, Colin Powell, quien insiste
en la ignorancia presidencial en política exterior al comienzo de su
mandato.