Un raro buscador de la realidad

TONI PIÑERA

Allá por el Santo Domingo cubano, en el centro de la Isla, respira desde hace muchos años un artista singular. Les presento a Noel Guzmán Bofill Rojas, creador autodidacto, quien pasa todo su tiempo imaginando, construyendo fantasías entre telas, formas y colores. Sus cuadros constituyen un fértil terreno donde germinan ideas, caótico espacio en el que se acumulan imágenes llegadas, o a veces catapultadas, desde la memoria del hombre. Ver un cuadro suyo supone alcanzar una nueva aventura en la que el espectador encontrará sobradas razones para pensar, imaginar, jugar, reír y participar.

Bofill es un raro buscador de la realidad y despliega en cada obra todo su arsenal acumulado en el diario bregar. Dibuja lo que siente en ese momento o lo que cree haber visto, y ¡hasta lo que cree que existe! Su dibujo puede hacerlo con lápiz, pincel, con la punta de la espátula o con un dedo, y hasta con un creyón sin punta. Es un dibujo persistente, que por instantes cobra mucha relevancia en el trazado de las líneas, a tal punto que semejan unos bordados originales (podrían llevar el apellido bofiliano). Los ha bautizado como cadenetas, y tienen su génesis en elementos de la artesanía popular que él transforma en la bidimensionalidad de la obra de manera original. Es como un fino trazado en medio de la pintura, donde el color ocupa el espacio y hace formas, siluetas, elementos¼ Eso es, pintura de signos propios, situados en el terreno a su antojo, en el que los planos son cerrados y múltiples, y en contadas ocasiones se abren y permanecen en su propia valoración.

Él utiliza el espacio alejado de cualquier convencionalismo, y el proceso de organizar la composición es laborioso en la estructura ondulante y vigorosa. Y maneja, además, el color a su antojo, sin supeditarlo al dibujo ni hacerle su esclavo, sino que le hace cumplir un papel importante en la conjuración de las atmósferas fantásticas que llenan sus obras. Al mirar sus trabajos uno reconoce que ningún cuadro es igual a otro. Pero todos son de Bofill, llevan su impronta personal grabada en la labor pictórica. Cuando expone nos hace sentir que es real y vivo y que de algún modo nos incluye, como sucede en la actual exposición Homenaje a Hemingway, abierta en el hotel Ambos Mundos, en La Habana Vieja, y que fuera "guarida" del célebre escritor durante muchos años. Allí podrá encontrar nuevamente el quehacer del artista y constatar que el paso del tiempo se descubre en las sucesivas capas de pigmento y otras acumulaciones, en el marco de las pinturas que funcionan hasta como relieves, tan ricas en las texturas de sus superficies como en su contexto.

 

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