Valorados
en cerca de 10 000 millones de dólares —un 20% del Producto Interno
Bruto (PIB)—, los estragos producidos por los recientes huracanes
Gustav, Ike y Paloma, son enfrentados en Cuba con el máximo de
posibilidades al alcance del Estado, y está previsto "avanzar
rápidamente en la recuperación contando con el apoyo solidario de
todo el pueblo".
José Luis Rodríguez, vicepresidente del Consejo de Ministros y
titular de Economía y Planificación, argumentó esa visión ante los
diputados al Parlamento, al exponer ayer los hechos más relevantes
que testimonian la prioridad dada al resarcimiento de los daños y el
monto financiero del impacto de los meteoros; un cálculo que
responde a la metodología internacional vigente.
Dicha valoración cuantitativa incluye los gastos en medidas
preventivas, las pérdidas materiales directas por distintos
conceptos, el combustible y los medios de transporte empleados, el
estimado de las producciones de bienes y servicios dejadas de
efectuar, el cómputo de las pérdidas en producciones futuras y los
llamados costos de oportunidad en las exportaciones. Por tanto,
cuando se afirma que los perjuicios rondan el 20% del PIB, ello
obedece a una comparación en magnitud; no quiere decir que se rebaje
del Producto Interno Bruto del año, aclaró el dirigente.
No podrá el país resolver "de la noche a la mañana" las huellas
de la severa catástrofe. Como nunca antes fue devastada la
infraestructura económica, social y habitacional. Solucionar los
problemas de vivienda será "el proceso más complejo y dilatado en el
tiempo", afirmó Rodríguez. El 52,5% del valor de las afectaciones se
debe a la destrucción parcial o total de viviendas e instalaciones
sociales (salud, educación, deporte y cultura). Solo los efectos
sobre los inmuebles de las familias equivalen a más de 4 966,9
millones de dólares (incluye las edificaciones perjudicadas y su
reposición).
Más de 600 000 viviendas (comprende 70 000 dañadas por huracanes
de años anteriores) necesitan respuestas constructivas; ello
equivale al 16% del fondo habitacional del país.
El 37% de las pérdidas totales (más de 3 598,7 millones de
dólares) fueron causadas a las actividades agropecuaria y forestal
—el segundo efecto de mayor magnitud después de los ocasionados a
las viviendas e instalaciones sociales en conjunto, explicó José
Luis.
Pese a los cuantiosos estragos, "el balance del esfuerzo por
restañarlos y avanzar mucho más, es positivo", dijo el Ministro, al
basarse en hechos como los siguientes: a solo tres meses de los
primeros huracanes y a un mes del último, en todas las provincias la
población tuvo servicio eléctrico. Incluso, antes de ser
restablecido el Sistema Electroenergético numerosas comunidades
recibieron corriente mediante microsistemas independientes
sustentados por grupos electrógenos. En estos momentos quedan apenas
132 clientes estatales sin servicio.
Los 34 municipios más fuertemente dañados por los meteoros
reciben asignaciones adicionales de alimentos, lo cual beneficia a
más de dos millones y medio de habitantes. Para ese fin fueron
destinadas aproximadamente 27 000 toneladas con un costo superior a
los 27 millones de dólares.
A fin de compensar las destrucciones sufridas por la rama
agropecuaria, se decidió incrementar las producciones para la venta
liberada de yogur y leche de soya, pan, harina de maíz, fideos,
harina integral de maíz, croquetas y de masa para la elaboración de
estas en los hogares.
Aumentaron, además, las ofertas en la gastronomía y el expendio
de forma liberada de arroz, frijoles y chícharos, para lo que ha
sido necesario incrementar las importaciones de esos y otros
surtidos, por un valor superior a los 66 millones de dólares. En
total son más de 93 millones de dólares adicionales, sin contar lo
que se entrega por la libreta, según destacó el Vicepresidente del
Consejo de Ministros.
Entre las decisiones también ponderó las medidas adoptadas para
proteger a la población de la actividad de los especuladores,
mediante el establecimiento de precios máximos de venta de
determinados alimentos en los mercados agropecuarios y de
regulaciones sobre las cantidades para adquirir.
Aunque el panorama de la vivienda es complejo, Rodríguez señaló
como aspecto positivo la entrega inmediata de materiales para las
reparaciones y reconstrucciones, a partir de las reservas creadas
por el país, a las que se fueron incorporando donaciones y
producciones de la industria nacional. Hasta noviembre, ilustró, se
habían distribuido tejas de asbesto, zinc e infinitas y canalones
equivalentes a 7 465 432 metros cuadrados de techo, pero la demanda
estimada asciende a 19 millones de metros cuadrados.
Informó que está resuelto el 23% de los daños reportados en las
viviendas, aunque se trata fundamentalmente de los casos menos
difíciles, pues los derrumbes totales requieren mucho más recursos.
De estos últimos tuvieron solución hasta ahora el 4%. Nacionalmente,
el tiempo estimado de la recuperación, advirtió, será superior a los
tres años teniendo en cuenta las posibilidades de producir
materiales de construcción en el país. No obstante, agregó, habrá
municipios que podrán lograr terminar antes, en el transcurso del
2009 y el 2010.
En la relación de hechos que atestiguan el esfuerzo nacional
incluyó el inicio del curso escolar en septiembre. Están recuperados
el 52,8% de los centros que sufrieron averías por los huracanes. No
obstante, quedan once planteles evacuados y más de 1 500 grupos de
estudiantes reciben clases en casas de familias, como muestra de la
solidaridad popular.
Sobre las labores agropecuarias, distinguió la siembra emergente
de unas 155 000 hectáreas luego del paso de los meteoros, la
recuperación gradual de la producción de huevo, carne de cerdo y
leche.