Debido
a la seducción melódica que es capaz de emanar concluyo en que hay
que apreciarlo en vivo y en directo. Observar desde los oídos cada
uno de sus gestos cuando parece bailar con sus dedos encima del
teclado, mientras recrea libremente un tema en cualquier ejecución
sobre una determinada estructura armónica. Poseedor de una
imaginación exuberante, impredecible virtuosismo y calidad
interpretativa, el joven pianista Roberto Fonseca acaba de grabar su
más reciente disco, del que estrenará algunos temas el sábado 27 de
diciembre a las 7.00 PM en la Sala Teatro del Museo Nacional de
Bellas Artes.
Entre las dispares líneas estilísticas del jazz cubano
contemporáneo, su impronta solidificada junto a su grupo
Temperamento, late cada vez con voz más propia.
Hace ya algunos años que Robertico dejó de ser una promesa de
nuestra música para convertirse en una realidad in crescendo.
Seis producciones discográficas ya es una cifra significativa para
valorar su fructífera trayectoria como pianista, compositor,
arreglista, productor discográfico y hasta profesor de piano.
Carrera avalada también por lo años en que trabajó con el proyecto
Buena Vista Social Club, al que entró sustituyendo a Rubén González.
También resulta difícil hablar de Robertico Fonseca y de su obra sin
evocar a Ibrahim Ferrer, del que fue tecladista, y al que tanto
quiso y admiró. Este año llevó su música a distintos escenarios de
Europa, África y Canadá, donde anteriormente se había presentado en
las más prestigiosos festivales de jazz en Alemania, Austria, Suiza,
Reino Unido, Hungría, Bulgaria, Rumania, Francia, Italia, el Líbano
entre otros, destacando los conciertos en el Festival de Jazz de
Basilea, Suiza y en el Barbican de Londres.
Aprendió bien pronto que no es bueno aferrarse a una sola línea
creativa, sin dejar de imponerse entre la eclosión de jazzistas
cubanos con un estilo auténtico e inequívoco matizado siempre de una
desbordante espiritualidad.
Aunque no le gusta encasillarse ni que lo encasillen en un
género, se decidió por el jazz como solución o estrategia expresiva
a su caudal musical. Se mueve con igual destreza en la cuerda del
llamado latin jazz que logra mezclar con música sacra y
pagana, ritmos tradicionales de nuestro acervo sonoro, sin olvidar
la fusión con elementos melódicos de otras culturas hasta alcanzar
el resultado: su genuina música. Funde ritmos populares, entre otros
caprichos y no escapa a la magia de la improvisación en su lenguaje.
En ocasiones se apoya en su voz para enfatizar la carga emotiva
de sus temas, por lo que no puede faltar un micrófono cerca de su
piano. Contrasta vivamente con las líneas de sosegadas sonoridades y
expresivas del mismo modo que vierte torrentes de notas con
velocidad y pasión, explorando cada célula melódica, no importa cuán
exótica sea. Pero también compone y toca temas un tanto lentos con
gran aplomo y serenidad. En sus solos revela un constante sentido de
la forma y del tiempo.
Fonseca nos entrega unos arreglos musicales con notables usos de
la síncopa, insistencia rítmica, timbres instrumentales versátiles y
por supuesto improvisación, ya que el jazz es precisamente la música
de la sorpresa. Todo ello impregnado de una palabra mágica:
swing, el alma del jazz, algo que va más allá de la propia
interpretación y que no existe en el texto musical, pues solo sabe
nacer en la ejecución, otra razón para disfrutarlo en vivo y frente
a frente.
Sus experiencias personales afloran casi en cada tema. Pudiéramos
decir que sus composiciones son un tanto intimistas, pues están
pertrechas de sus vivencias y de guiños a sus familiares, que como
mismo afirma, son sus seres queridos los que lo infunden y hacen que
su obra sea el reflejo de su vida.
En el disco, grabado hace solo unos días y aun en proceso de
mezcla y masterización, predomina el piano por encima de los otros
instrumentos que componen la agrupación: saxofón barítono, alto,
soprano, flauta y clarinete a cargo del experimentado Javier Zalba;
el contrabajo de Omar González y la significativa interpretación de
Ramsés Rodríguez en el drums. Un aspecto a destacar en Temperamento
es el eminente empaste que logran sus integrantes, excepcionales
músicos todos que logran un producto auténtico y de innegable
aptitud.
Diversidad, originalidad y síntesis son las aristas fundamentales
que sustentan al unísono la creación musical de Roberto Fonseca,
mientras que sutileza, expresividad, compenetración y gran
profundidad orquestal la caracterizan.
Solo nos queda esperar el resultado final del fonograma aún en
producción, mientras asistimos al concierto donde la buena música
invita, esta vez, a todo piano y mucho más.