Actualizado 1:45 p.m. hora local

Un musical brasileño atípico y sorprendente

OCTAVIO BORGES PÉREZ

Una de las películas más atrayentes en el XXX Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, es la brasileña Maré, nuestra historia de amor, de la directora Lúcia Murat, que se exhibe hoy en la capita cubanal.

La creadora de este musical sobre la violencia y la creatividad en las favelas de Río de Janeiro destacó que su intención fue presentar a los habitantes de las favelas como portadores de una fuerte cultura y de una creatividad y talento que muy pocos imaginan.

Para ella es una gran oportunidad proyectar su obra en La Habana, por el público tan heterogéneo, receptivo y caluroso que concurre a los cines del Festival, cuestión que se perdió en la mayoría de los países y que es una utopía tratar de rescatar.

Por su historia de bailarina y militante izquierdista, apresada y torturada por la tiranía militar que gobernó su país, Murat dice que esa realidad de violencia, narcotráfico y corrupción en las favelas, le resulta tema muy cercano para tocarlo en su obra cinematográfica.

Con referencias a la shakesperiana tragedia de Romeo y Julieta, una banda sonora que incluye desde clásicos como el ruso Prokofiev, hasta los más actuales ritmos funk, el narcotráfico, la brillantez y energía de los bailarines de la comunidad, la realizadora logra un resultado fascinante.

Cuenta que el proceso de filmación duró más de seis meses, que los participantes en la cinta son habitantes de la propia comunidad, las coreografías y la música surgieron durante los ensayos y cuando concluían las filmaciones, el público espontáneamente congregado, rompía en aplausos.

En Maré, nuestra historia de amor, los intérpretes actúan, bailan, o cantan indistintamente, las coreografías están insertadas dentro del contexto temático y en lo fundamental funcionan como crítica social de la violencia y los prejuicios existentes.

Otro factor que le otorga credibilidad al filme es el realismo de los diálogos, pues sus actores no profesionales están acostumbrados a las situaciones del ambiente de las comunidades pobres, donde las bandas armadas han tomado el lugar que le corresponde al estado.

La interpretación de los traficantes que realizan Anjo Lopes, Jefchander Lucas y el ya conocido Babu Santana (quien ya trabajó junto a Murat en Quase dois irmaos) le otorgan al filme un tremendo realismo, ellas constituyen el contrapunto perfecto para las escenas de música y baile. (AIN)

 

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