No
es un riesgo profetizar que la obra de Armin Petras será más
importante cada vez, no solo porque se trata de uno de los
directores de teatro más importantes de Alemania en la actualidad,
sino también porque, como dramaturgo, posee una de las más fértiles
y atractivas personalidades del teatro contemporáneo.
Petras forma parte de la generación de jóvenes teatristas que
salieron a la luz después de la reunificación de Alemania, en 1990.
Con una amplia trayectoria por los escenarios germanos, este
director ha llevado a escena unas 50 obras, en su mayoría, dramas
sociales. Como creador utiliza el sobrenombre Fritz Kater, alter ego
que defiende estrictamente separado al de su figura como director.
La vida y obra —inventada— de Kater se ha convertido en un mito
sugestivo para los amantes de las tablas.
El dramaturgo, que actualmente se desempeña como director general
del Maxim Gorki Theater de Berlín, llegó por primera vez a la Isla
para participar de puestas en escena, encuentros con jóvenes
teatristas y coloquios sobre la creación escénica, la crítica y la
dramaturgia de su país. Después de las intensas jornadas, el autor
de We are Kamera y Cuando gritábamos dialogó con
Granma:
Representante de una nueva generación, ¿cómo asumió en escena la
unión de dos maneras de hacer teatro?
"Fue un punto muy importante por la edad que yo tenía en ese
momento, pero empecé a madurar poco a poco como director. Comencé a
hacer puestas en escena en 1992 y fue precisamente una época muy
tensa entre el este y el occidente. Existían ideas y ansiedades
distintas en ambos casos."
La teoría del teatro de Brecht marcó a toda la escena del siglo
XX. ¿Cuáles son las influencias de este dramaturgo en su obra?
"Las influencias de Brecht me llegan transmitidas a través de
Heiner Müller que fue su discípulo. Yo vivo en una situación
distinta, en una realidad totalmente distinta a la de Brecht. La
vida, como la vivimos hoy en día, está cambiando constantemente, por
tanto, como autor tengo que ser capaz de comprender la vida de las
personas desde diferentes puntos de vista."
¿Cómo se relacionó por primera vez con Fritz Kater? ¿Es mayor que
usted?
"Creo que en algún lugar leí que es más viejo que yo. Es una
persona muy amiga mía que cada año me regala una obra. Sus piezas
son muy difíciles de llevar a escena, pero uno crece fracasando."
¿Con qué personajes le interesa trabajar a Kater?
"Con personajes muy desesperados, con mucho dolor, y que a la vez
tengan el suficiente valor como para enfrentar y asumir ese dolor."
¿Qué papel juegan la ironía y los diálogos breves en sus puestas?
"Los diálogos breves son primordiales porque el texto en sí mismo
es algo así como la punta del iceberg, lo realmente importante debe
estar por debajo. Por otra parte, la ironía traducida no significa
más que la réplica escondida detrás de una máscara."
¿Como director busca crear contradicciones interpretativas en el
público o solo provocarlo?
"Las dos cosas no se excluyen mutuamente, me gusta que el público
termine dividido y que discutan entre sí. Intento crear la mayor
contradicción, concentrarme en una figura con la que el público se
identifique."
En esta jornada de Teatro Alemán, el grupo Teatro de la Luna
estrenó Heaven, una obra de Fritz Kater. ¿Cuáles fueron sus
impresiones?
"Heaven es una pieza que tiene que ver con los alemanes en
el nivel de apariencia, se refiere a los dolores que provoca la
globalización en varias facetas. Me resulta muy difícil emitir un
juicio, en realidad, se trata de disfrutar el intercambio cultural."
¿Qué piensa del teatro cubano actual?
"Tengo la impresión de que existen actores muy buenos. Me parece
evidente que aquí están más interesados en América Latina que en
Alemania o en Europa, en sentido general."
¿Trabajar en Cuba?
"Sí, me encantaría."
¿Conoce cuál será la próxima obra de Fritz Kater?
"No, no sé."
Desde luego, el teatro de Fritz Kater no está orgánicamente
ligado a la función de Petras como director. El propio autor ha
querido que así sea: "Simplemente Fritz es mucho mejor que Petras."