A punto de salir de la Casa Blanca con el índice más bajo de
aprobación que ningún otro presidente de Estados Unidos, George W.
Bush ha admitido públicamente cuáles han sido sus tres más graves
errores cometidos en relación a la impopular guerra de Iraq. El
saliente mandatario republicano dice que su primer error fue invadir
a Iraq, creyendo en el informe de Inteligencia que decía que en ese
país había armas de destrucción masiva, algo que era enteramente
falso. Segundo pecado —disparate dicen todos— fue declarar victoria
en el puente de un portaaviones de la Armada, cuando apenas la
guerra estaba empezando. Y tercero, cuando hizo una proclama
diciendo que capturaría a Osama Bin Laden "vivo o muerto".
Sin embargo, Bush expresa que no se arrepiente de la decisión de
ordenar la permanencia de las tropas en Iraq, donde todavía hay 150
000 soldados y han muerto más de 4 000 de ellos en una guerra que
nunca debió haber iniciado.
En otras palabras, Bush confiesa que metió la pata tres veces,
pero él no quiere sacarla del hoyo en que la metió. Eso se lo deja a
Obama, con una economía en crisis total y el prestigio del país peor
que nunca antes en la historia de la nación.
Bush me recuerda la historia del tipo con cara de infeliz
inocente al que le preguntan que por qué le endilgan el apodo de "El
Huerfanito", y el hombre contesta con su cara muy fresca: "Me dicen
El Huerfanito, porque yo maté a mi papá y a mi mamá". (El Duende.
Tomado de Radio Miami)