Clive James, presidente del Servicio Internacional para la
Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas en la Agricultura,
subrayó hoy que los productos transgénicos, aplicados
responsablemente, pueden brindar un gran aporte a Cuba y otros
países subdesarrollados.
Esos renglones constituyen un elemento esencial para incrementar
la producción de alimentos y mitigar la pobreza en el mundo,
puntualizó el experto, al impartir en esta capital una conferencia
sobre el tema en el Congreso Biotecnología 2008.
El científico sugirió basar las producciones en un sistema
regulatorio que tenga en cuenta aspectos cruciales, como la
inocuidad alimentaria y el impacto ambiental, proceso por el cual
transita la primera planta cubana genéticamente modificada, maíz
resistente a insectos y a herbicidas.
No sólo se debe considerar los riesgos de las herramientas
científicas, sino también las oportunidades que se pierden al no
aplicarlas en bien de la seguridad alimentaria, enfatizó ante el
auditorio reunido en el Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología, de La Habana.
Más de 20 naciones utilizan la biotecnología en sus producciones
de frijol de soya, algodón, maíz, entre otros cultivos, dijo.
Explicó que Cuba y otros países esperan unirse a esa práctica,
con la perspectiva de duplicar las cosechas para el año 2050, cuando
se incrementará en igual proporción la demanda mundial de alimentos.
Añadió que la aplicación de esta técnica no excluye los métodos
convencionales agrícolas, sino que la combinación de ambos sistemas
constituye la vía ideal para garantizar mayor productividad.
La XIX edición del Congreso Biotecnología Habana concluye el
próximo viernes, foro en el cual cerca de 200 expertos de 48 países
debaten, además, sobre temas como las técnicas genéticas para la
cría de peces y el uso de microorganismos para la fertilización.