Ahora que los estadounidenses han logrado darse un presidente
"diferente", algunos viejos conflictos comienzan a mostrar
igualmente matices distintos.
La gigantesca cadena de tiendas Wal-Mart movilizó a todos sus
administradores y supervisores departamentales en Estados Unidos
para prevenirles de que un triunfo del Partido Demócrata en las
elecciones presidenciales de noviembre del 2008 implicaría
inevitablemente la introducción de cambios en la legislación federal
que harían más fácil la sindicalización en las compañías, incluyendo
a Wal-Mart.
Este enorme consorcio es el mayor empleador privado
estadounidense y se precia de no permitir la sindicalización de sus
empleados en ninguna de sus tiendas y demás dependencias. En Wal-Mart
labora un elevado número de inmigrantes, carentes de los más
elementales derechos laborales y cívicos, según múltiples denuncias,
habitualmente ignoradas por la "gran" prensa.
Miles de administradores y jefes de departamentos en tiendas Wal-Mart
fueron convocados a reuniones obligatorias en las que se enfatizaba
en las consecuencias negativas que la sindicalización traería para
los trabajadores de sus establecimientos.
Según un artículo titulado: Wal-Mart advierte sobre una victoria
demócrata, que publicó The Wall Street Journal en su edición del
primero de agosto del 2008, una docena de empleados de esa cadena de
tiendas provenientes de siete distintos estados del país,
entrevistados por los periodistas Ann Zimmerman y Kris Maher,
aseguraron que en las tiendas sindicalizadas los empleados tendrían
que abonar pesadas cuotas sindicales sin obtener algo a cambio y se
verían obligados a participar en huelgas sin recibir remuneración
alguna, además de que se reducirían los puestos de trabajo debido al
aumento que experimentarían los salarios.
Estas acciones de Wal-Mart reflejan la preocupación creciente que
embarga al sector de los grandes negocios en el país por una
tendencia que advierte el resurgimiento del movimiento obrero como
fuerza vital que amenaza revertir muchos años de declinación del
sindicalismo en el país. Argumentan los directivos de Wal-Mart, que
ello conduciría al incremento de las nóminas, salarios y gastos de
protección humana y salud, para compañías que ya están siendo
afectadas por la elevación de los precios de las materias primas y
la compleja situación económica de la nación.
Los jefes de recursos humanos de Wal-Mart que dirigían las
reuniones no indicaban directamente cómo votar en las elecciones de
noviembre, pero hacían ver que, votando por el candidato del partido
Demócrata, Barack Obama, estarían promoviendo el sindicalismo, según
testimonios de los empleados de Wal-Mart participantes en las
reuniones de Maryland, Missouri y otros estados, que citan los
periodistas.
"No les digo cómo deben votar, pero sepan que, si los demócratas
ganan, aprobarán leyes que propicien la creación de los sindicatos y
ustedes no serán invitados a pronunciarse en un sentido u otro",
dijo un supervisor de servicios de Wal-Mart en Missouri citado por
los entrevistadores refiriéndose a la Ley de Libre Elección del
Empleado (Employee Free Choice Act ) que los empresarios han
rechazado por largo tiempo temiendo que signifique la incorporación
de millones de nuevos miembros a los sindicatos.
Muchas otras compañías y organizaciones empresariales, en
especial la Cámara de Comercio de EE.UU., han apoyado la cruzada de
Wal-Mart contra los sindicatos, e invierten millones en campañas
publicitarias y otras acciones "para la educación de los
trabajadores acerca de los inconvenientes de esa ley y los peligros
de la sindicalización en general".
Esta ley fue debatida en el Congreso por primera vez en el 2003
y, en el 2007, recibió la aprobación de la Cámara de Representantes,
controlada por el Partido Demócrata, pero fue bloqueada por el
Senado y frenada por una amenaza de veto presidencial del mandatario
George W. Bush.
Se conoce que el senador Barack Obama, ahora presidente electo,
próximo a ocupar la Oficina Oval el 20 de enero, fue uno de los
copatrocinadores del proyecto legislativo y, durante su campaña
electoral, prometió que, si resultaba electo, la firmaría y
convertiría en ley. Su oponente, John McCain, se opuso a ella en
todo momento.