Enfurecidos por el paso triunfal del Ejército Rebelde, los
batistianos arreciaban la persecución de los simpatizantes y
combatientes revolucionarios en cada zona transitada por las
columnas guerrilleras invasoras. Así ocurrió el 18 de noviembre de
1958, en Ciego de Ávila, cuando los esbirros asesinaron a Saturnino
Aneiros Abella y a Carlos Rodríguez Careaga, héroes del proletariado
cubano.
Saturnino
Aneiros Abella.
Conocedores de la proximidad del fin de la tiranía, Carlos y
Saturnino redoblaban infatigablemente sus esfuerzos en la búsqueda
de apoyo a la lucha armada del mayor número de trabajadores.
Desde joven, Aneiros se inició como obrero agrícola vinculado a
la industria azucarera, y, en el ámbito sindical, se convertía en
líder y aglutinador de los elementos revolucionarios en la zona
donde desempeñaba su labor. También demostró su liderazgo en el
Partido Socialista Popular (PSP), en Ciego de Ávila.
Carlos
Rodríguez Careaga.
Rodríguez Careaga era obrero comunista torcedor de tabaco y
dirigente sindical. Indoblegable frente a los enemigos de la clase
obrera, sobresalió por su actuación de vanguardia en el comité de
defensa de las demandas obreras, el Frente Obrero Nacional Unido (FONU),
y como cuadro del PSP.
Ambos combatientes fueron sorprendidos y apresados en casa de
Aneiros durante un encuentro de coordinación que sostenían.
Torturados después por los cuerpos represivos, sin que sus verdugos
pudieran arrancarles una sola palabra, murieron abrazados a sus
ideales revolucionarios.