PUERTO
DE GUAYABAL, Las Tunas. Posiblemente en toda esta comunidad del
litoral sur tunero no haya otra persona en cuyo rostro afloren con
tanta nitidez la bondad y la gratitud, como en América González
Leyva.
Erguida sobre sus más de 80 calendarios, la anciana observa en
silencio cómo un grupo de jóvenes aseguran alfardas, clavan tablas o
fijan lo poco que quedó del techo, en un intento por resarcir parte
de los perjuicios que el huracán Paloma causó en su vivienda.
"Mira qué cosa más hermosa —expresa casi en un susurro—; la
mayoría de esos muchachos ni siquiera son de aquí; vinieron desde
Amancio para ayudarnos en lo que hiciera falta¼
así somos los cubanos en los momentos más duros: una sola familia.
"La
Paloma esa acabó con mi casita, pero¼
¿Qué voy a hacer: echarme a morir? ¡No! Yo sé que este Gobierno es
muy grande y generoso; es el mejor que ha tenido Cuba en toda la
historia, y ninguno de nosotros quedará abandonado.
"Sé que más temprano o más tarde tendremos toda la ayuda de la
que nos habló Raúl en su visita.
"Ya Cuba no es la del año 1932, cuando en Santa Cruz murieron
miles de personas y aquí se ahogaron más de 30 en el muelle. Tampoco
Guayabal es aquel montecito con cuatro casas que yo encontré cuando
vine a vivir para acá y la vida de nosotros no le importaba a nadie¼
"
Sin perder la ternura en la mirada, América queda callada,
observando detenidamente a uno de los camiones que se alejan,
repletos de escombros, por la vía que bordea el mar.
Tal vez la anciana ignora que hasta ese instante el volumen de
desechos materiales retirados del entorno comunitario por más de 30
equipos pertenecientes a distintas empresas y organismos se acerca a
los 7 000 metros cúbicos.
Quizás tampoco sepa que casi un centenar de viviendas dañadas por
el huracán ya ha tenido alguna solución, en tanto se espera la
llegada de más recursos para seguir llevando la tranquilidad a otras
familias damnificadas.
"Yo solo sé —recalca América en tono suave, pero convincente— que
aquí se está trabajando mucho, que los guayabaleros estamos
agradecidos y que, aunque vengan todos los ciclones del mundo, yo
nunca voy a estar sola en medio de la desgracia."