Lucha antidrogas

Muralla de muchas manos

PASTOR BATISTA VALDÉS

MANATÍ.— Nunca el viento fue tan brutal aquí. Donde ayer hubo bancos de fina y blanca arena, hoy asoma roñoso y oscuro el diente de perro. Árboles e instalaciones fueron devastadas también por el huracán Ike.

El trabajo de nuestros combatientes es vital para detectar cualquier anomalía en el litoral.

Recorrer la geografía, bajo el asedio de los mosquitos y la inclemencia del Sol, no es fácil ni agradable. Pero nada impide que el teniente Yoel Batista y sus soldados escudriñen, palmo a palmo, la costa (buscando cualquier indicio de recalo de droga) en unido empeño que inserta, de forma voluntaria y organizada, a los Destacamento Mirando al Mar de los CDR y a mucha gente de pueblo.

No por repetirse, día tras día, el recorrido pierde interés para Sergio Cañete Alcolea, cuya mirada parece escarbar entre cuantos desechos ha traído el oleaje hasta la costa.

"Jamás me perdonaría pasar cerca de un paquete de droga y no verlo para evitar a tiempo todo el daño que luego podría suceder" —afirma mientras recuerda aquel atardecer de agosto, cuando los ojos del teniente se posaron sobre el pequeño e indeseable bulto.

La participación de la Policía Nacional Revolucionaria también es vital en la vigilancia y control frente a la droga.

"Por las características del paquete, no había duda de que podía ser droga —relata Yoel—, de manera que precisamos de inmediato sus características, vimos si había huellas en el terreno, preservamos el lugar con los soldados que cumplían ese servicio y mandamos a buscar más compañeros para proseguir la búsqueda."

El hallazgo de otros tres paquetes, un poco más adelante, indicaría que se trataba de un recalo masivo y que, por tanto, eran totalmente ciertas las informaciones y sospechas acerca de un lanzamiento precipitado de droga en el mar, por parte de narcotraficantes internacionales descubiertos por autoridades marítimas.

Con la complicidad de la luna y la oposición de un impertinente enjambre de jejenes, la barrera infranqueable articulada para esos casos siguió ocupada en descubrir nuevas evidencias durante toda la noche, madrugada y mañana del siguiente día, hasta pasadas las 14:00 horas.

Como Abel, muchos pescadores, lancheros y habitantes de zonas costeras cooperan en la lucha antidroga.

Agotado, pero orgulloso de la misión cumplida, el soldado Alejandro Torres miró por unos segundos casi una decena de bultos en cuyo interior yacía, prensada, la dañina marihuana, y sintió la misma repugnancia que Yoicel, Yoandri y otros jóvenes, cuya preparación les permite identificar cualquier droga que arribe, e impedir que se cierna sobre la población ese mortal flagelo inherente al capitalismo, que hoy contagia, enferma y mata a millones de personas en el planeta.

GUARDAFRONTERAS Y MUCHOs MÁS

Quizás muchas personas les atribuyen al guardafronteras todos los rigores y el mérito de la vigilancia contra la droga en nuestras costas.A pesar de su juventud, Sergio, Alejandro, Yoicel y cientos de soldados que custodian y defienden el litoral cubano, saben que no es así.

Un verdadero haz de manos obran, de manera organizada y efectiva, desde la Dirección Nacional Antidrogas (como fuerza rectora), hasta el más apartado rincón de nuestros barrios.

Por eso el teniente Yoel considera que, "si bien lo más importante es actuar con rapidez en el propio mar o en el borde costero, bajo ningún concepto se debe subestimar el trabajo que de forma anónima también realiza la Policía (en el control sobre las vías de posible acceso), el laboratorio de criminalística, el personal médico, la dirección Técnica de Investigaciones, la Dirección de Investigación Criminal y Operativa, los Órganos de la Seguridad del Estado, el Carné de Identidad, la comisión encargada del trabajo preventivo¼ "

Acerca de la valiosa contribución que ofrecen todas esas fuerzas y órganos, hay numerosos ejemplos en este mismo litoral norte de la provincia tunera.

Uno de los más recientes tuvo lugar gracias a la experiencia y a la correcta actitud de Abel Hernández Tamayo, un laborioso trabajador de la empresa de Flora y Fauna, que trabaja en una de las áreas protegidas con que cuenta esta oriental provincia.

"Yo iba saliendo con mi bote —explica— cuando a cierta distancia noté algo flotando sobre las olas. Pensé que era un pomo plástico, pero como no estaba seguro me le acerqué para salir de dudas. Era un paquete de droga envuelto en una precinta de color amarillento.

Esta m... basura no debe llegar a la costa —me dije— y enseguida lo envolví en una lona para ocultarlo de las miradas, puse proa hacia el punto de guardafronteras, lo entregué y comuniqué lo sucedido. No hice nada extraordinario: solo cumplí mi deber como cubano".

—¿Qué piensas de las personas que consumen droga en el mundo?

"No saben el error que cometen. Es un vicio peligroso; ellos atentan contra su vida, crean problemas sociales... un consumidor de droga es un potencial delictivo."

—Y de quienes trafican con ella, ¿qué opinas?

"Son unos criminales y debieran ser juzgados fuertemente en todos los países."

—Si algún familiar tuyo consumiera drogas, ¿qué sentirías?

"Estoy seguro de que no va a ocurrir nunca, porque no es esa la educación que le he dado a mi familia ni es eso lo que predomina en Cuba, pero si alguno de mis tres hijos (dos varones de 20 y 25 años) o la niña de diez, consumieran algún día droga, creo que yo recibiría el golpe más duro de mi vida y sería el padre más infeliz del mundo."

 

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