Dentro
de 67 días Barack Obama tomará posesión como el 44to. presidente de
Estados Unidos.
Aún no se conocen los resultados completos de la elección
presidencial. La votación en Missouri fue tan reñida, que con el
100% de las urnas reportadas, no es posible precisar si fue Obama o
John McCain quien ganó el estado. Con cerca de tres millones de
votos, la diferencia entre uno y otro es de 4 990 votos. Por el
momento, y sin contar los 11 votos electorales de Missouri, Obama se
mantiene con 365 votos electorales y McCain con 162. Del total de
votos escrutados nacionalmente hasta ahora, Obama ha obtenido 66 495
305 (52,7%) y McCain 58 123 414 (46,0%).
Un índice de que McCain obtuvo un amplio respaldo de las bases
republicanas es que los votos obtenidos depositados a su favor
equivalen al 97,3% de los alcanzados por George W. Bush cuando ganó
la presidencia en el 2004, y aún no se ha contabilizado la
totalidad.
Tampoco está completa la elección de los 35 cargos de senadores.
En Georgia, será necesario ir a una segunda ronda entre los
candidatos demócrata Jim Martin y el titular republicano Saxby
Chambliss, porque la fuerte votación recibida por un candidato
independiente impidió que uno de ellos obtuviese el 50% más uno de
los votos, como estipula la legislación del estado. En Minnesota, se
están contando de nuevo los votos porque la diferencia entre el
demócrata Al Franken y el titular republicano Norman Coleman era de
solo 206 votos a favor del segundo. Y en la elección de Alaska, con
el 99,9% de los votos escrutados, había una diferencia de 814 votos
a favor del demócrata Mark Beigich frente al republicano Ted Stevens.
Estos resultados mantienen vivas las esperanzas demócratas de
incrementar en uno o dos su ventaja en el Senado y hasta la muy
remota posibilidad de alcanzar la ansiada cifra de 60 senadores, si
es que resuelven el conflicto sobre la permanencia en sus filas del
senador independiente de origen demócrata por Connecticut, Joseph I.
Lieberman, a quien sus correligionarios desean despojar de su cargo
como presidente del sensible Comité de Seguridad Interna y Asuntos
Gubernamentales por el apoyo que dio a la candidatura de McCain.
Obama está a favor de un arreglo con Lieberman para mantenerlo en el
redil demócrata.
En las disputas en la Cámara Representantes, quedan por decidir
cinco cargos que no cambiarán en esencia la situación ya conocida.
Por ahora, los demócratas ganan neto 20 escaños (255 demócratas por
175 republicanos).
Desde hace una semana comenzó la llamada "transición", para
trasladar paulatinamente hasta el 20 de enero la administración Bush
a la de Obama.
En esencia, consiste en designar grupos que trabajarán en más de
100 departamentos, agencias y comisiones del gobierno para, según
las palabras de John Podestá, uno de los co-presidentes del equipo
de transición de Obama, "asegurarse que los altos funcionarios
escogidos tengan la información necesaria para completar su proceso
de confirmación, dirigir sus departamentos y comenzar la
implementación de iniciativas políticas propias una vez que sean
investidos en sus cargos".
Paralelamente, se hace la selección de las aproximadamente 3 000
personas que ocuparán los cargos de confianza política en cada una
de esas instituciones, quienes a su vez serán investigados por el
FBI, si no lo han sido ya, para otorgarles un certificado de
confianza, y posteriormente sometidos a la consideración del Senado
federal para confirmar su designación definitiva. El proceso puede
llevar varios meses, sobre todo en los cargos de niveles inferiores
al de gabinete.
La transición se lleva a cabo por equipos designados por cada
parte (Obama y Bush). El de Obama, lo dirigen 28 funcionarios y
cuenta con otros 450 trabajadores. Tres de ellos, Podestá, Valerie
Jarrett y Peter Rouse, forman una presidencia colegiada con el
primero como principal figura.
Podestá, de 59 años, es presidente del tanque-pensante liberal
Center for American Progress, fue jefe de equipo de la Casa Blanca
de William Clinton durante los difíciles días en que estaba sometido
al proceso de imputación como resultado de mentir sobre sus
relaciones con Mónica Lewinsky y también trabajó en el equipo de
campaña presidencial de Hillary Clinton. Valerie Jarrett, de 51
años, nacida en el Irán de la monarquía de Pahlevi, es de los tres
quien tiene una más larga relación con Obama. Se conocen desde 20
años atrás, cuando le dio empleo a Michelle Robinson, la entonces
novia de Barack. Mientras que Peter Rouse, de 62 años, es el jefe de
la oficina del senador Obama desde un inicio y se le considera que
ha sido uno de los asesores más influyentes del Senado. Desde hace
tres décadas se instaló en Washington e iba a abandonar esa
actividad y dedicarse a los negocios cuando fue reclutado por Obama.
Otras 12 personas forman una Junta Asesora. Son mayormente
individuos de larga experiencia en altos cargos federales, incluso
durante las presidencias de William Clinton, tales como la Agencia
de Protección del Medio Ambiente, los departamentos de Comercio, de
Transporte, de Energía, de Tesoro, de Estado (relaciones
exteriores), la Oficina de Administración y Presupuesto, e incluye
algunas cotizadas para ocupar cargos del primer nivel en el gobierno
de Obama como Carol Browner, Federico Peña y la gobernadora de
Arizona, Janet Napolitano.
Los 13 restantes son los funcionarios encargados del trabajo
ejecutivo, las comunicaciones, el vocero, los asuntos legales, las
cuestiones de personal, las relaciones con el Congreso, las
relaciones públicas y los asuntos intergubernamentales, la revisión
de las agencias y las operaciones. Casi todos provienen de la
campaña de Obama y algunos pudieran ocupar altos cargos en la futura
administración.
Otra importante tarea en la transición es organizar el trabajo en
la Casa Blanca. Para ello Obama escogió al congresista por Illinois,
Rahm Emanuel. Amigo personal de Obama, formado como bailarín
clásico, con fama de tipo "duro" y mal hablado, trabajador
infatigable, con amplia experiencia en los trajines políticos en el
Congreso y la Casa Blanca, donde trabajó como asesor de William
Clinton. Se interpreta que su designación servirá para balancear,
con su habilidad para moverse en los trajines politiqueros de
Washington, la majestad presidencial y el consenso político que
caracterizará la gestión presidencial de Obama.
Se espera que otros dos cercanos colaboradores ocupen importantes
posiciones en la Casa Blanca. El estratega principal de la campaña
de Obama, David Axelrod podría ser nombrado en breve como principal
asesor de la oficina del Presidente, mientras que Robert Gibbs,
quien trabajó como director de comunicaciones de la campaña,
asumiría como secretario de prensa de la Casa Blanca.
Ha habido muchas especulaciones sobre los cargos del primer nivel
del gobierno (secretarios de departamentos, presidentes y jefes de
agencias y comisiones federales), pero nadie designado. Para
enfrentar y tratar de acallar las inagotables propuestas e ideas
aparecidas en los medios de comunicación, el pasado 9 de noviembre
la copresidenta del equipo de transición, Valerie Jarrett, declaró a
un grupo de periodistas de medios de difusión negros, que solamente
había cinco personas que conocían la lista corta de posibles
personas a ocupar esos cargos: Obama, ella, los dos otros
copresidentes de la transición y Rahm Emanuel y ninguno había
filtrado ningún nombre. Señaló que la idea de Obama era integrar un
gabinete diverso étnicamente, con distintas perspectivas, de
diferente origen partidista y con múltiple procedencia geográfica.
Que el equipo de campaña de Obama se haya caracterizado por su
hermetismo y discreción avala las palabras de Jarret. Se corresponde
también con las declaraciones de Obama del 29 de octubre de que
consideraba "absolutamente" importante incluir republicanos en su
gabinete, y que en el área de seguridad nacional debía existir
"bipartidismo".
Obama ha estado activo en su propia "transición". En
correspondencia con la crítica situación de la economía nacional y
mundial, una de sus primeras acciones fue reunirse el 7 de noviembre
con un grupo de connotados especialistas económicos, para ofrecer
después su primera conferencia de prensa como presidente electo.
Dijo que su principal preocupación era lograr la aprobación de un
paquete de estímulo económico multimillonario para crear empleos (Bush
se opone a la idea). Opinó que el país está ante "el mayor reto
económico de nuestras vidas y debemos actuar con rapidez".
Las noticias sobre la economía siguen siendo alarmantes. El
desempleo subió en octubre al 6,5% con la pérdida de 240 000 puestos
de trabajo y un estimado de 10 millones de desempleados, mientras
las dos principales empresas automotrices del país, General Motors y
Ford, anunciaron pérdidas en el tercer trimestre del año por 4,2 mil
millones de dólares la primera y 3 000 millones, la segunda. Para
evitar la bancarrota y lo que afirman sería la posible pérdida de
tres millones de empleos directos e indirectos en el país piden ser
beneficiarias del programa de rescate económico en curso de 700 000
millones de dólares. Obama y los legisladores demócratas respaldan
el pedido, pero se enfrentan a la oposición de Bush.
Obama se ha distanciado de la toma de decisiones gubernamentales
hasta la toma de posesión, estableciendo el principio de que
"solamente hay un presidente a la vez". Incluye esta actitud, su no
participación en la reunión cumbre económica en Washington del G-7,
el G-20 más España que comenzará mañana 15 de noviembre.
La elección de Barack Obama ha despertado expectativa de grandes
cambios en Estados Unidos. El sentimiento se ha extendido por el
resto del mundo. Incluso, en Cuba algunos consideran que Obama podrá
dar un golpe de timón en la actuación de Washington hacia la Isla,
pero la situación en que se desenvuelve la "transición" avizora que
la tarea se torna cada vez más difícil.
*El autor es especialista en Relaciones Internacionales y fue
jefe de la sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos de
septiembre de 1977 a abril de 1989.