Cumbre del G-20

¿Escenario de catarsis?

El club de los países ricos y de los emergentes se reúne y mañana en Washington en el intento por hallar una vía de escape a la actual crisis financiera

DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor@granma.cip.cu

Nació en Berlín en diciembre de 1999. El G-20 fue la alternativa entonces para un foro informal en el cual se debería promover el diálogo entre los países ricos y los llamados emergentes sobre asuntos como el crecimiento económico y la estabilidad del sistema monetario. Algo así como un mecanismo para prevenir y controlar los "sustos", surgido como una respuesta a las crisis financieras producidas en la década del noventa en varias regiones del globo.

Por eso, ante la actual crisis desatada en Estados Unidos, cuyos tentáculos se han extendido por el resto del mundo, se ha convocado una reunión urgente del grupo. Los continuos vaivenes de las bolsas, las progresivas intervenciones de los gobiernos con millones y millones de dólares para rescatar bancos, y los números rojos que apuntan al colimador de una recesión que se estima será larga y duradera, son los elementos que servirán la mesa en Washington mañana.

El escenario propuesto, por tanto, permitirá un ejercicio de catarsis. Las cifras no mienten: el empleo, por ejemplo, se ha convertido en un mal agobiante. En territorio estadounidense se han perdido en lo que va del 2008 casi 1,2 millones de puestos de trabajo y el índice de desempleo llegó en octubre al 6,5%, el mayor desde marzo de 1994. Igual tendencia se repite en Europa.

"La gente tiene miedo a perder su trabajo, la gente tiene miedo a gastar un euro", explica Juan Manuel Morales, empresario español. El razonamiento resume todo el panorama de incertidumbre actual, en el cual, además, el Fondo Monetario Internacional ha reducido al 2,2% su previsión de crecimiento mundial para el 2009 y predijo la primera contracción anual de los países ricos (-0,3%) desde la Segunda Guerra Mundial. En EE.UU. se crispará un 0,7% y en la zona euro un 0,5%.

Las naciones emergentes han propuesto en Sao Paulo, Brasil, que en la "nueva arquitectura financiera" se incluya una reforma del FMI y de otros organismos económicos multilaterales, así como una ampliación del G7 para dar más voz a los países en desarrollo que tienen peso en la economía mundial.

Al mismo tiempo, la UE llega con su pliego de demandas: son partidarios de un sistema monetario internacional basado en la responsabilidad y la transparencia, con más regulación y control.

Pero los analistas son escépticos. La reunión del G-20 no dará soluciones, insisten. Es más, se anticipa que se quedarán cortos por la falta de sustancia que se pronostica de sus acuerdos y por la ausencia del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, quien decidió enviar a observadores a la cita, señalan. Hay incluso expertos que opinan una restricción del encuentro a una mera declaración política que podría incluir entre otros tópicos el respaldo a un paquete global de estímulos fiscales.

El presidente George W. Bush lanzó el S.O.S. cuando el barco se está undiendo, aunque acaba de afirmar que la debacle iniciada en su país no es un fracaso del libre mercado. "La respuesta no es tratar de reinventar el sistema", dijo ayer en un discurso en Nueva York, en el cual hizo también un alegato de defensa del capitalismo. "El capitalismo no es perfecto. Puede ser sujeto de excesos y abusos. Pero es de lejos la manera más eficiente y justa de estructurar la economía".

Por ahí anda lo que se espera del encuentro: quizás propondrán enterrar definitivamente el esquema financiero nacido en Bretton Woods, en 1944, y los países industrializados en particular formularán sobretodo un compromiso para salvar el sistema. Se dirá que tiene fallas, pero que es cuestión de hacerle ajustes como dijo un analista económico.

Mientras, en el espíritu del plenario rondará, entre los asistentes llegados a Washington, el aquello de que "esta crisis es mundial, pero no la empezamos nosotros", en tanto, la gente en las calles de la gran potencia protestarán por la forma en que el imperio ha "vendido" sus paquetes chatarra al resto del mundo.
 

Está integrado por los países del G7: EE.UU., Japón, el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá e Italia, y la UE como bloque, y los emergentes: Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, la India, Indonesia, México, Rusia, Turquía, Sudáfrica, además de España, que tendrá un puesto cedido por la presidencia francesa de la UE. Los países del G-20 representan cerca del 90% del Producto Interno Bruto Mundial (PIB), el 80% del comercio internacional y dos tercios de la población del planeta. La presidencia es rotativa y este año la tiene Brasil, que la pasará al Reino Unido a partir del 2009.

 

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