Subasta Habana, en su séptima edición, "aspira a ser un punto de
referencia internacional del arte cubano y a contribuir a certificar
el valor de sus obras", expresó a Granma Luis Miret,
vicepresidente del comité organizador de esa importante acción
promocional instituida por el Consejo Nacional de las Artes
Plásticas.
En esta oportunidad 53 lotes de 42 artistas serán subastados en
el Hotel Nacional, previa su exhibición entre el 13 y el 25 de este
mes.
La pieza más antigua es una calcografía iluminada de Elías
Durnford, un grabador inglés que en la segunda mitad del siglo XVII
dejó testimonio de La Habana colonial; y la más reciente, el dibujo
de Wilfredo Prieto, Línea de ascenso, que sirvió de base para
desarrollar la instalación homónima que le valió el Premio Cartier
2008 en la feria Frieze, de Londres.
Entre uno y la otra, asoma un espectro de gran variedad y riqueza
de la creación visual en esta tierra: obras de maestros de las
vanguardias de la primera mitad del siglo, como Víctor Manuel,
Carlos Enríquez, Amelia Peláez, Eduardo Abela, José Mijares, Mariano
Rodríguez y René Portocarrero; de consagrados como Servando Cabrera
Moreno, Raúl Martínez, Florencio Gelabert y Julio Girona; y artistas
que en las tres últimas décadas se han insertado en la primera línea
como Pedro Pablo Oliva, Flavio Garciandía, José M. Fors, Tonel,
Moisés Finalé y Zaida del Río. No faltan clásicos de la fotografía,
tales los casos de Alberto Korda y Constantino Arias, ni propuestas
instalativas consistentes y audaces como las de Fernando Rodríguez y
Sandra Ramos.
"Todas las obras —resaltó Miret— están debidamente autenticadas y
se garantizan los procedimientos legales de rigor para su compra y
retiro por parte de quienes se adjudiquen cada lote. Subasta Habana
responde a las normas internacionales de este tipo de acción y ya es
reconocida por los circuitos más exigentes y prestigiosos del
mercado del arte."
Ninguna de las piezas, aportadas en su totalidad por
coleccionistas privados y los propios artistas, afecta el patrimonio
cultural de la nación. Cada vez que en el proceso de curaduría del
evento se ha presentado alguna obra que se estime deba permanecer en
el país, los organizadores han comunicado esa apreciación al Consejo
Nacional de Patrimonio Cultural y al Museo Nacional de Bellas Artes,
institución esta que ha podido engrosar sus fondos por esta vía.
"Desde el punto de vista económico —precisó Miret— Subasta Habana
tiene como misión destinar el ingreso neto de las recaudaciones al
financiamiento de los programas culturales que se llevan a cabo en
nuestro país, incluyendo la enseñanza artística. Ello se revierte en
la propia vitalidad de las artes plásticas."
Son cada vez más los compradores que asisten y apuestan por la
subasta habanera. Eso sí, muy pocos norteamericanos, si se tiene en
cuenta el interés de los coleccionistas de ese país. A pesar de que
la Enmienda Berman ampara la libre tenencia de obras de arte e
información por parte de los ciudadanos de ese país, el
recrudecimiento del bloqueo y de las medidas restrictivas e
intimidatorias de la administración Bush inciden negativamente en el
flujo de compradores. Incluso, con aires de procónsul, el anterior
jefe de la Oficina de Intereses de EE.UU., en La Habana, irrumpió el
año pasado en la subasta para con su presencia recordar a posibles
compradores el dictado imperial. "Es hora de que los norteamericanos
sepan lo que se están perdiendo, expresó Miret, quien hace pocos
meses se refirió a ello en una entrevista que le solicitó The Wall
Street Journal.
A los organizadores no les es ajeno el impacto de la actual
crisis financiera en el mercado del arte. Obras de Picasso y de
Renoir sin vender, subastadores desolados, adjudicaciones inferiores
a las estimaciones mínimas y pocos récords, reflejaban las agencias
de noticias en estos días. La pasada semana en Christie's casi la
mitad de las obras impresionistas y modernas ofrecidas en subasta no
encontraron comprador y tres lotes fueron retirados a último momento
por los vendedores. Los responsables no escondían sus temores de que
la crisis financiera tuviera un impacto mayor que el de los
atentados de septiembre del 2001.
"Es algo que no podemos obviar —señaló Miret—, pero en nuestro
caso confiamos en seguir desarrollándonos. Subasta Habana ha logrado
algo que se propuso: utilizar el mercado a la vista pública, el que
va a crear la referencia en la base de datos internacionales de
búsqueda de cotizaciones, para asentar precios de aquellos artistas
que son o fueron importantes en la creación artística cubana, pero
que nunca tuvieron la posibilidad de presentarse en el mercado; y
sobre todo asegurar la presencia de los nuevos maestros y del enorme
talento que va surgiendo."