Todos en escena, desde el cuerpo de baile hasta las estrellas que
brillaron en la noche sobre las tablas llegados de diversos rincones
del mundo rodearon a Alicia, quien, acompañada de dos importantes de
sus otrora partenaires, Azari Plisetski y Cyril Atanassof, y con su
amplia sonrisa, mostraba la felicidad de ver crecer la obra del
Ballet Nacional de Cuba en su aniversario 60. Así decían: ¡hasta el
próximo 22 Festival!
La gala de clausura en la sala García Lorca dejó instantes para
recordar.La magia de la danza apareció sobre las tablas cuando la
música de Jachaturian anunció el pas de deux Espartaco,
que fue interpretado por Nina Kaptsova (Ballet Bolshoi) y Carlos
Acosta, estremeciendo al teatro de aplausos con su excelencia,
mientras que el pas de deux El carnaval de Venecia,
siguió subiendo la temperatura de la sala García Lorca, esta vez de
la mano de una pareja que vistió sus mejores galas en el 21
Festival: Viengsay Valdés y Rómel Frómeta. En el cierre de esta
primera parte pusieron de pie al auditorio los primeros bailarines
Anette Delgado y Joel Carreño en el pas de deux Esmeralda,
que resultó un fértil terreno para un baile fluido y pleno. El
corsario, en el que pusieron su piel Han Seo-hye y Kim Ki-min (Corea
del Sur), fue un interesante instante para constatar el quehacer de
los intérpretes del otro lado del mundo.
Por el camino de los solos, destacó Javier Torres en La
arlesiana, conocida coreografía de Roland Petit y música de
Bizet. La española Cristina Hoyos motivó otra entusiasta, sostenida
y prolongada ovación en Medea, coreografía de estreno en Cuba
de la propia artista, quien echó manos de una expresión corporal de
alto vuelo para dibujar con el movimiento lo mejor de las
tradiciones del flamenco con un aire actual.
Entre las alegrías también estuvo ver de nuevo sobre el escenario
a una de las figuras emblemáticas del BNC, el primer bailarín Jorge
Vega junto a la hermosa Aurora Vázquez que regresaban a nuestras
tablas con una significativa joya coreográfica repleta de cubanía:
Cecilia Valdés firmada por Gustavo Herrera. El pas de deux
del segundo acto de El lago de los cisnes aunó a Ekaterina
Borchenko del Ballet Bolshoi y al cubano Elier Bourzac en un
instante mágico; los venezolanos Cristina Amaral/Federico Fernández
(Ballet Teresa Carreño) hicieron una versión de Héctor Sanzana de
los amantes de Verona sin superlativos. También pasaron por la
jornada Toni Aparisi, como coreógrafo y bailarín con Media vida
(estreno en Cuba) y los miembros del Ballet des Teatres de la
Generalitat Valenciana con Jardi Tancat, de Nacho Duato.
No por azar dejamos la coreografía que abrió la noche para el
final, se trata de Acentos del juvenil Eduardo Blanco. En
ella cinco muy noveles bailarines del BNC desataron su talento (Yonah
Acosta, Serafín Castro, Camilo Ramos, Alejandro Silva y Yanier
Gómez) en esta pieza que pulsa la música de Havana Calypso
por el grupo Luna Negra desde los cuerpos de los artistas. Hubo
amplia proyección escénica para llegar al espectador y una destreza
técnica que demuestra que el BNC está vivo con una cantera que se
puso de manifiesto y con creces en este encuentro en el que ellos
llevaron la voz "danzante", valga la licencia, para cerrar con un
término del movimiento.