Agradable velada de estilos diversos

TONI PIÑERA

La música de Juan Sebastián Bach tiene códigos que marcan a la perfección el movimiento, como si susurraran al oído del coreógrafo los pasos, el camino a seguir en su obra. José Parés lo escuchó y creó, hace 38 años, Bach x 11= 4 x A, pieza que junto a estrenos, pas de deux y reposiciones —entre ellas Serenata goyesca, de Alicia Alonso, muy hermosa visualmente, con música de Joaquín Rodrigo— matizaron de diversos estilos una agradable noche del XXI Festival en la sala García Lorca.

El coreógrafo Ramón Oller estrenó Una rosa, una rosa…

Con la música de la Misa en Si Menor y diseños de Otto Chaviano que no han perdido un ápice de modernidad y lucidez en el tiempo, en Bach¼ Parés demuestra que con los pasos del código académico se puede decir por medio de ellos, y no a partir de ellos. Viengsay Valdés —espléndida— y el solista Dayron Vera, un bailarín que ha ido creciendo en su tiempo en el BNC y que debe ir utilizándose más en protagónicos por su nivel técnico-interpretativo, dijeron a la perfección y se movieron a sus anchas en los códigos de la danza, de un estilo diferente a lo clásico que es su plato fuerte. Así como el cuerpo de baile que, aunque con algunas imprecisiones, se entregó con intensidad y ritmo, y sedujeron al espectador con esas frases hechas con el cuerpo.

Una rosa, una rosa¼ es el título del estreno mundial, que el célebre coreógrafo español Ramón Oller regaló al XXI Festival. Con un fraseo original, este dibujante de la gestualidad, a partir de poemas de Rosalía de Castro y su acercamiento a los emigrantes gallegos creó esta pieza que dialoga con la música de Juan Montes (Canción negra). Oller tiene un vocabulario expresivo de alto vuelo que despliega a sus anchas en la coreografía —solo cinco sillas como único recurso escenográfico—, con puntos a favor en esa insistencia en los objetivos de la expresión corporal y los efectos de las luces. Intérpretes idóneos encontró el coreógrafo en las filas del BNC: Anette Delgado, quien en este Festival ha desplegado el virtuoso lirismo que la acompaña siempre; un Joel Carreño perfecto en el decir danzario; los solistas Ernesto Díaz y Ernesto Álvarez, bien en sus variaciones y apoyando la labor de la protagonista, y el cuerpo de baile, aportaron intensidad escénica para el realce de Una rosa, una rosa¼

 

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