Obras sociales acometidas con el apoyo de la Empresa Cubana de
Acero, benefician a pobladores de esta demarcación pinareña,
específicamente a los vecinos de la arrasada comunidad Sierra
Maestra.
En ese caserío, cercano al punto de entrada del huracán Gustav a
la provincia, el efecto del meteoro averió con severidad el 90 por
ciento de las viviendas, devastación acentuada por Ike, segundo
meteoro en azotar el territorio en un intervalo de menos de 10 días.
Los gestos solidarios junto al esfuerzo local borran de forma
paulatina los efectos del desastre, confirma Aracelis Casanova,
antigua moradora del sitio, dotado de un nuevo parque infantil y
cafetería totalmente reedificada.
Ello es resultado del donativo de la citada entidad, de la
capital del país, consistente en aparatos, muebles y carpintería de
aluminio, gesto acogido con beneplácito, opinan los lugareños, por
ser espacios renovados para la alimentación y el recreo de las niñas
y niños.
Al cultivo y procesamiento de arroz se dedica gran parte de los
pobladores de la zona, ubicada a unos 18 kilómetros de la costa sur,
e inmortalizada tras los huracanes debido a la imagen del algarrobo
de más de un siglo que Gustav sacó de raíz borrando un símbolo de La
Francia, como era conocida antes.
Donde la naturaleza quiso sembrar olvido, ocupa el arreglo de
viviendas, el aporte a la producción del cereal, para ratificar de
manera paulatina a Los Palacios como el granero natural de la
provincia, unido a la reanimación de Los huertos organopónicos.
Ubicada en ruta huracanada por su posición geográfica, Pinar del
Río, extremo occidental de Cuba, ha recibido el azote directo o
indirecto de unos 150 ciclones desde 1900; si bien en varios casos
uno muy próximo en el tiempo a otro, Gustav e Ike fueron combinación
sin precedentes por su impacto devastador.