En
Columbia, la principal fortaleza militar de Cuba en 1958, y sede de
la jefatura del ejército, tenían emplazada una ametralladora calibre
50 hacia la puerta principal del Instituto de Segunda Enseñanza de
Marianao, sito a escasos 30 metros de distancia. Pero no era esa
fortaleza (hoy Ciudad Libertad) el único vecino tenebroso del
plantel. Cerca también radicaban la 16ª estación de policía, el BRAC
(Buró de Represión Anticomunista) y el SIM (Servicio de Inteligencia
Militar).
Por si fuera poco, cuentan que el director de dicho Instituto era
amigo personal de Fulgencio Batista, Esteban Ventura y otros
asesinos a sueldo. Pero tales inconvenientes no frenaron las ideas
revolucionarias del joven estudiante Manuel Aguiar García
(Manolito), quien por su actitud resuelta y frontal ante el régimen
sangriento de la tiranía fuera elegido por sus compañeros como
presidente de la Asociación de Alumnos.
En 1957, con motivo del asesinato del estudiante Conrado Duany
por los esbirros del gobierno, Manolito irrumpió en el centro y
convocó a una manifestación por tal crimen. Para hacer pública la
denuncia el alumnado salió a la calle. No hubo temor por estar
centrados entre mirillas de ametralladoras, represores
anticomunistas y agentes de Inteligencia. Manolito encabezó la
huelga con el revólver del director del colegio apuntándole al pecho
para que desistiera de continuar con la protesta.
Como resultado de la manifestación el líder estudiantil fue
expulsado del Instituto y arrestado por la policía. Las torturas y
amenazas no lo doblegaron.
Ya en 1958 el joven fue designado a dirigir una de las capitanías
creadas en Marianao, como parte de la reorganización del Movimiento
26 de Julio. Con su grupo de acción y sabotaje, en una vida de
semiclandestinaje —había matriculado en el Instituto de La Habana
para terminar el bachillerato— realizó muchas acciones.
El 1ro de noviembre de 1958, cuando se encontraba a la espera de
un contacto en el café El Encanto, en la intersección de 100 y 51 en
Marianao, fue localizado y asesinado por los sicarios del régimen.
Manolito Aguiar tenía 18 años de edad cuando entregó su vida a la
causa revolucionaria.