Terrorismo sin fronteras…

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu

Un padre con sus tres hijos, un campesino y su esposa y un pescador, fueron las últimas víctimas de una agresión militar norteamericana a un país independiente y soberano, Siria.

Las bombas de EE.UU. siguen ensangrentando al mundo, sin importar las fronteras.

En semanas anteriores fueron varias las ocasiones en que con igual pretexto de lucha contra Al Qaeda, los militares del Pentágono atacaron poblados civiles en Paquistán.

En ambos casos, aviones, helicópteros y soldados estadounidenses cruzan fronteras, ya sea desde Iraq hasta Siria o de Afganistán hasta Paquistán, y allí cometen verdaderas masacres a civiles, niños, ancianos, mujeres¼

Se trata de una no tan nueva práctica de terrorismo, que en el desespero de sentirse derrotados en dos guerras impuestas, aplica en su apetito belicista, una administración de salida en la Casa Blanca.

El último de estos actos ocurrió en territorio de Siria, un país al que Estados Unidos ha querido involucrar en el conflicto iraquí, además de incluirlo en la lista de la denominación "bushista" de "oscuros lugares".

Una verdadera cacería humana de civiles resultó la incursión de cuatro helicópteros con soldados yankis, que, provenientes del vecino Iraq ocupado, cruzaron la frontera siria, aterrizaron en la aldea Abu Kamal, y al mejor estilo del oeste hollywoodense, entraron disparando al edificio donde habitaban familias indefensas.

Desde la capital del imperio, las únicas informaciones disponibles calificaban cínicamente de "un éxito" la operación que, según Washington, terminó con la vida de Abu Ghadiyah, un alto miembro de Al Qaeda.

Siria condenó el ataque, al que consideró "una agresión terrorista" contra su país. El canciller, Walid Muallem, dijo que en la masacre en la población de Abu Kamal, a ocho kilómetros de la frontera con Iraq, murieron ocho civiles desarmados.

Un oficial norteamericano que prefirió no identificarse, comunicó a la prensa que solo perecieron personas que las fuerzas de Washington consideraban una amenaza para su país y que eran el blanco del ataque.

Es decir, no fue por error, sino que siempre el objetivo marcado para ametrallar era el edificio donde habitaban los civiles.

El hecho hace recordar que también fue la supuesta lucha contra Al Qaeda la que empleó Bush en su invasión y ocupación, primero de Afganistán y luego de Iraq.

Familiares acuden a recoger sus muertos en la aldea siria de Abu Kamal.

En el caso iraquí la única cosecha sangrienta de la administración estadounidense es la responsabilidad directa en la muerte de más de un millón de muertes de civiles en cinco años y medio.

En tierra afgana, aunque las informaciones son más incompletas, suman miles las personas masacradas. A ellos debe agregarse ahora los que son despedazados por las bombas dejadas caer desde aviones yankis sin piloto en la vecina Paquistán, que ya son más de 300.

En el caso iraquí, y de acuerdo con una investigación de la encuestadora británica Opinion Research Business (ORB) del presente año, "los resultados del estudio confirman el dato anterior acerca de más de un millón de ciudadanos muertos por la invasión y ocupación iniciada en el 2003".

Un último estimado de 1,2 millones de víctimas fatales, fechado en julio del 2008, incluye niños, padres, abuelos, bisabuelos, taxistas, clérigos, maestros, obreros industriales, policías, poetas, personal de la salud, proveedores de alimentación diaria, operarios de la construcción, niñeras, músicos, panaderos, trabajadores gastronómicos y muchos más. Toda una variedad de gente común que ha perdido la vida porque EE.UU. decidió invadir su país.

El terrorismo impuesto por Bush y su administración traspasa fronteras y se adentra en aldeas de campesinos o viviendas de humildes pobladores, como los que fueron muertos en tierra siria o paquistaní.

 

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