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El gobierno ruso fortifica su política anticrisis mediante la
implementación de medidas que tienen el centro de gravedad hoy en
sectores estratégicos de la economía y en el sistema financiero
nacional.
Rusia ha seguido atenta al curso de los acontecimientos en los
mercados bursátiles mundiales, la tendencia en la bolsa
internacional de petróleo y ante el nivel de susceptibilidad de
estos vaivenes en la plaza.
De hecho los principales escenarios bursátiles rusos continúan
hundidos en la racha negativa, aunque con intervalos de alza, lo
cual mantiene expectativas alentadoras de que no todo está perdido.
El primer ministro, Vladimir Putin, insistió ayer en que en las
condiciones actuales el dinero de las compañías rusas y los fondos
del Estado debían ponerse a trabajar para la economía nacional.
Reunido con ministros del área de industria, comercio y
transporte, Putin subrayó que del éxito de los planes del gabinete
depende el fortalecimiento de las ventajas competitivas de Rusia en
los mercados internacionales.
Puntualizó que los partícipes de ese proceso, desde los mineros,
metalúrgicos y constructores de maquinarias, deben ser conscientes
de las realidades actuales en cuanto a la formación de precios a
escala mundial.
Se trata, según el jefe de gabinete, de un trabajo conjunto con
representantes del sector financiero para garantizar el cumplimiento
de los planes estratégicos económicos.
Desde otro frente, el Banco Central afina su táctica de ayuda a
la liquidez de las instituciones crediticias y bancarias, para
evitar especulaciones, sobre todo de una forzada demanda de rublos.
Otra pesadilla del Gobierno ruso sigue siendo desde hace unos
tres meses la fuga de capitales del país. Al cierre de septiembre se
fugaron unos 25 mil millones de dólares.
En octubre la tendencia se agudizó y es de casi dos millones 500
mil dólares por día. De agosto al 17 de este mes la sangría de la
divisa estadounidense asciende a unos 50 mil millones de dólares,
según cifras oficiales.
Fuentes bancarias sostienen que una parte de las pérdidas fue
compensada por un ingreso de divisas a la cuenta corriente y por la
intervención del Banco Central en el mercado cambiario.
Para evitar más presiones sobre el rublo, el Banco central limitó
las cuotas en las transacciones a 50 mil millones de rublos (poco
más de un millón 923 mil dólares) y las redujo el viernes a 10 mil
millones.
La institución rectora exigió al mismo tiempo a las filiales de
los bancos extranjeros que operan en el país suspender las
operaciones que propicien fuga de capitales.
Señala dicha advertencia que las entidades pueden perder liquidez
no sólo con el Banco Central, además de una prohibición de continuar
trabajando en Rusia.
Otra señal del mercado cambiario local esta semana fue el
crecimiento drástico sin precedentes del dólar estadounidense con
respecto al euro (de 1,36 a 1,27 al cambio), con expectativas de
continuar al alza.
Contrasta, de otro lado, que ninguno de los pronósticos esperaba
otro desplome de las cotizaciones en el mercado bursátil ruso este
viernes. Se hizo sentir nuevamente el pánico de los inversionistas
ante la recesión económica y el descenso de los precios del crudo.
El índice RTS (Russian Trading System) cayó en su valor en 13,68
por ciento y concluyó la jornada con 549,43 puntos, por debajo de la
marca psicológica de los 600 puntos.
La Bolsa Interbancaria de Divisas de Moscú (MMVB) cerró con una
baja del índice bursátil en 14,24 por ciento hasta el nivel de
513,62 puntos.
El Servicio Federal para los Mercados Financieros anunció de
nuevo el cierre de las operaciones en las principales plazas
bursátiles hasta el martes venidero.
Por lo pronto es indiscutible que pese a la pregonada almohada de
seguridad financiera, el escenario ruso vive hoy bajo incertidumbre
y la dependencia de los factores externos.