Pendiente aún un partido para concluir su participación en las
eliminatorias mundialistas, que será el 19 de noviembre en Puerto
España, la selección cubana de fútbol iniciará esta semana un nuevo
camino con rumbo a la Copa de Oro del 2009 al organizar uno de los
grupos clasificatorios caribeños.
La llave no es para confiarse. Cuba debutará el 23 de octubre
contra Antillas Holandesas, el 25 jugará ante Barbados y el 27
frente a Suriname. Siempre actuará en el segundo turno, el de las
5:00 p.m. en el estadio Pedro Marrero. El equipo nacional ha estado
en cinco Copas de Oro, las últimas cuatro de forma sucesiva desde el
2002.
Dos equipos de cada grupo de esta segunda ronda se unirán al
campeón defensor, Haití, y al anfitrión Jamaica en la ronda final en
diciembre que dará cuatro papeletas.
Esta competencia servirá a los nuestros para mantener la acción
competitiva de cara al partido de cierre de la clasificación para la
hexagonal final de la CONCACAF con vistas a Sudáfrica’10, y aunque
Cuba ya está eliminada, quiere dejar la mejor imagen posible frente
a Trinidad y Tobago que puja el segundo boleto del grupo A con
Guatemala, obligada a vencer a EE.UU. en esa última fecha. Los
"chapines" acaban de despedir al técnico Ramón Madariaga tras la
derrota en La Habana.
Trascendió igualmente que luego del partido del miércoles último,
el alemán Reinhold Fanz, que vio el juego desde las tribunas, marchó
a su país definitivamente tras no poder concretar su objetivo, no
solo ya de clasificar a Cuba para el Mundial, sino de conseguir una
buena faena en las eliminatorias donde archivó tres derrotas
seguidas, dos de ellas en casa. Fanz dirigió la selección cubana
desde principios de año sin que mediaran pagos por contratos con la
federación nacional.
Antes del viaje a la capital trinitaria, comenzará el 29 de
octubre el campeonato nacional al que, al parecer, se reincorporarán
los jugadores de la selección en espera de la nueva convocatoria.
Y en el recién concluido Mundial de Futsal, Cuba terminó en el
lugar 15 entre 20 equipos. Brasil se proclamó monarca por cuarta
vez.