Los de la operación Fomento debíamos esperar a los que se
retirarían desde Placetas y entonces conjuntamente nos iríamos por
el camino a Güinía de Miranda, aún en poder del ejército, hasta el
lugar conocido por Potrero de Güinía y de ahí atravesar la Loma de
la Corúa, para llegar a nuestro territorio. Así se hizo. La
Operación Placetas-Fomento duró unas cuatro horas. Tuvimos un
herido, el entonces capitán Víctor Dreke, y tomamos un prisionero,
el mujalista y masferrerista Agapito Lara.
Aquella operación, que coincidía con el avance de las columnas
invasoras de Camilo y Che hacia Las Villas, en que entraban los
rebeldes hasta Placetas, ciudad situada en la carretera central a 30
kilómetros del Regimiento de Santa Clara, en el centro de la isla y
por tanto muy alejada de El Escambray, hizo que en los primeros
momentos se pensara que aquella tropa rebelde era la columna Ciro
Redondo. Escuchándose exclamaciones de: ¡Es la gente del Che! ¡Son
los invasores!
Desde que la radio informara que el Che estaba muy próximo a El
Escambray, pasado el límite de las provincias de Las Villas y
Camagüey, el compañero Piro Abreu, jefe del Directorio en Sancti
Spíritus, hacía contacto con el Movimiento para localizar la columna
Ciro Redondo y el 17 de octubre recibíamos nosotros el mensaje de
compañeros del Movimiento 26 de Julio, donde nos decían que era
necesario que ayudáramos al Che, pues estaba cercado.
Inmediatamente, ese mismo día, llamé a un práctico de todas esas
zonas, quien tenía muchas relaciones en distintos lugares y era muy
hábil, cosa que nos había hecho confiarle con anterioridad misiones
parecidas como correo, llamado Evelio Duque (posteriormente traidor
convertido en uno de los bandidos que actuaron en El Escambray) y lo
envié a localizar el lugar donde se encontraban el Che y su tropa,
además de darle unas líneas dirigidas al mismo, por si podía llegar
hasta él.
A los dos días regresó informándonos que le había sido imposible
localizar al Che, pero que a lo largo de toda la carretera de
Trinidad a Sancti Spíritus se veía mucho movimiento de soldados. El
Che llegaría pisándole los talones. Pasado el tiempo, debido a la
conducta de aquel sujeto aún antes de su traición a la Revolución,
llegamos a la conclusión de que aquella vez no hizo el esfuerzo,
simulando que lo había hecho.
La primera noticia comprobada de que el Che acababa de cruzar la
carretera de Trinidad a Sancti Spíritus, la tuvimos por un compañero
llamado Pablo Escobar López, a quien decíamos "El Habanero", quien
se presentó para informarlo. Formaba parte de una patrulla de
escopeteros de 10 hombres que habíamos enviado a una misión al otro
lado de la carretera a Sancti Spíritus. Eran ellos los compañeros
Marcos Calvo Hidalgo, Arístides Oramas Oramas, Pablo Triana (que
traicionó después a la Revolución), Pablo Escobar "El Habanero", uno
que llamaban "Cárdenas", Andrés Triana, Jesús Quimbia y otros. Ellos
habían cruzado la carretera por el Callejón del Cacahual con rumbo a
Río Abajo. Allí en la finca "La Aurora" del padre de Oramas, donde
en la esquina de la cerca hay un monte, junto al callejón, al
intentar cruzar este, se topan con el Che.
Para nuestro encuentro con el Che y la columna 8 Ciro Redondo
habíamos considerado como el mejor lugar el de nuestro Campamento
General "José Antonio Echeverría" en Dos Arroyos, por tener mejores
instalaciones y recursos, y también porque para nosotros tenía el
valor histórico de haber sido el reducto de la lealtad a los
principios revolucionarios por un grupo de hombres que con firmeza
rechazó enérgicamente la traición de Eloy Gutiérrez Menoyo y desde
donde, por tanto, partimos de nuevo a la reorganización del Frente
de El Escambray. En otras palabras, nosotros consideramos aquel
lugar como digno de recibir a los heroicos compañeros que acababan
de realizar tal proeza militar.
En el camino el Che y sus hombres irían siendo saludados por los
compañeros. Nosotros designamos al comandante Tony Santiago y a los
capitanes Mongo González Coro y Pepe Moleón para que se adelantaran
a recibirlos en El Algarrobo. Asimismo, habíamos citado a Dos
Arroyos a nuestro Estado Mayor y a los capitanes jefes de los
Comandos, que eran pequeñas columnas en un territorio donde
seguirían creciendo, para que participaran en el recibimiento.
El Che se detuvo en un lugar donde teníamos una escuela para los
niños campesinos de la zona, organizada por nuestra Unidad
Educacional Joe Westbrook, bajo la dirección del capitán Gilberto
Mediavilla. Cuando llegamos todos descansaban sobre el suelo
formando un círculo alrededor de la escuela. Era un bello
espectáculo. Más de cerca, la admiración hacia aquellos compañeros
se multiplicó en un torrente de fraternales sentimientos, entre los
que tomaba fuerza el de un profundo afecto hacia quienes ante
nuestros ojos aparecían con las ropas y zapatos destrozados, pero
conservando intacta la presencia combativa del revolucionario.
El Che se puso de pie para saludar, sirviéndonos el gesto para
identificarlo. Nos estrechamos las manos y hablamos. Le preguntamos
por qué no se había acomodado con sus hombres dentro de la escuela,
a lo que nos contestó que la escuela estaba muy bonita y podía
desordenarse. Agregando algunas palabras que fueron una verdadera
lisonja.
Después hablamos de los tópicos que en turno esperaban su
tratamiento. De lograr una amplia unidad en Las Villas con todas las
organizaciones. Estuvimos de acuerdo. Al hablar del grupo denominado
Segundo Frente, planteamos su exclusión explicándole que la
dirección de ese grupo llevaba una línea propia de bandidos. Que
entendíamos que a él le tenía que ser muy difícil comprender de
primer momento las razones con que explicábamos nuestra posición y
que nos dábamos cuenta que posiblemente él estuviera pensando que
estábamos exagerando producto de la pasión por haber surgido aquel
grupo de un desprendimiento del Directorio, cuando algunos de sus
dirigentes fueron expulsados de nuestra organización por traición.
Y apelamos a la Historia, para decir que esta jamás nos
perdonaría, lo que en nuestro caso, lejos de ser una equivocación,
sería una falta grave por sí saber nosotros muy bien quiénes eran
aquellos a quienes rechazábamos, pero que en definitiva él iba a
estar en El Escambray y no teníamos dudas de que en muy pocos días
iba a conocer la mala calidad de esta gente que le permitiría
comprobar lo que decíamos.
La conversación continuó desarrollándose en forma muy franca. El
Che nos contestó que las instrucciones que traía eran unionistas y
no podía por su parte, hacer excepciones. Esto quedaría pendiente.
Sobre otros asuntos acordamos con el Che que su tropa se instalaría
en la misma zona del territorio de El Escambray en que operaban
nuestras fuerzas que era el comprendido entre Trinidad, Sancti
Spíritus, Cabaiguán, Fomento, Placetas, Báez, Güinía de Miranda a
Dos Arroyos, Topes de Collantes hasta Manicaragua en ese momento,
que constituía el territorio más estratégico, tanto en el aspecto
militar como político de El Escambray; quedando el llamado Segundo
Frente en el territorio al que se habían replegado hacía tiempo,
enmarcado entre Cienfuegos y Cumanayagua, hacia el Circuito Sur.
Hablamos de hacer operaciones militares en conjunto, utilizando
todos nuestros mutuos recursos de abastecimientos e instalaciones.
Debíamos trabajar para aplicar una misma Reforma Agraria, Código
Penal e Impuestos de Guerra.
Durante aquella charla, aquel 21 de octubre, el Che quedaba
impuesto de la situación en El Escambray mientras los hombres de
ambas tropas confraternizaban. En ese momento se encontraban en el
campamento compañeros llegados del exilio en funciones de prensa,
para divulgar los avances del Frente y pidieron al Che sus
impresiones. Finalmente el Che escribiría unas palabras de saludo
que serían publicadas por las agencias de prensa extranjera: "Al
llegar a la Sierra del Escambray, escenario de heroicas luchas por
la Libertad de Cuba, desde este campamento general del Directorio
Revolucionario, los hombres del 26 de Julio damos testimonio de
nuestro agradecimiento por el recibimiento fraterno que nos hiciera
esta organización combatiente y expresamos nuestra esperanza de que
las largas jornadas de sacrificios por los llanos se vean coronadas
por el éxito supremo de una unión integral entre todos los grupos
combatientes de esta región cubana para el logro común de la
extinción de la dictadura".
Nos veríamos de nuevo en El Algarrobo, cuando después de
descansar la Columna Ciro Redondo en Dos Arroyos se dirigió a ese
lugar. El primer proyecto del Che, antes de establecer un
campamento, fue el de atacar de inmediato el cuartel de Güinía de
Miranda, enclavado en un estratégico lugar por su fácil acceso a
todas las rutas de El Escambray, que dos meses atrás, el 13 de
agosto había sufrido un ataque de nuestras tropas. Para los
preparativos del mismo facilitamos un campamento a la columna Ciro
Redondo, en un lugar conocido como Las Piñas, en el camino de El
Algarrobo a Güinía de Miranda.
Así decursaban aquellos días de El Escambray en que las
relaciones fraternas y los gestos solidarios señalaban una nueva
época. Era una misma actitud revolucionaria ante la cual se
desvanecían las fronteras de las organizaciones.
Era ese el ambiente entre nosotros cuando en los primeros días de
noviembre recibimos la siguiente carta del Che:
"Sierra del Escambray, 7 de Noviembre de 1958
Sr. Secretario General
del Directorio Revolucionario
Compañero Faure Chaumont.
Estimado compañero:
Me dirijo a usted con el objeto de informarle de los últimos
acontecimientos ocurridos en el seno de esta Sierra Escambray.
Las dificultades surgidas entre nosotros y la organización
denominada Segundo Frente del Escambray fueron haciendo crisis luego
del llamamiento de nuestro Jefe máximo Dr. Fidel Castro hasta
culminar en una franca agresión cometida contra uno de mis capitanes
situado en la zona de San Blas. Esa delicada situación hace
imposible el llegar a un acuerdo con la citada organización.
En nuestra pasada entrevista no pude hacer ofrecimientos
concretos debido a la negativa franca por parte de ustedes a
conversar siquiera con miembros del Segundo Frente, lo que estaba en
contradicción con las instrucciones unionistas que traía de la
Sierra Maestra. Considero que en momento actual el Movimiento 26 de
Julio tampoco puede hablar en plano fraterno con esa institución lo
que abre la vía para que efectuemos nosotros conversaciones
concretas sobre todos los puntos de interés de nuestras respectivas
organizaciones.
En conversaciones oficiales sostenidas con miembros del Partido
Socialista Popular éstos se han mostrado en una postura francamente
unionista y puesto a disposición de esa unidad su organización en el
llano y sus guerrillas del frente de Yaguajay.
Puedo ir a conferenciar donde usted le parezca más conveniente
pero, si por motivo de acciones militares, no se puede hacer
contacto directo conmigo, está autorizado para efectuar esta
conferencia el Comandante Ramiro Valdés, segundo jefe militar de
esta zona por el Movimiento 26 de Julio.
Aprovecho la oportunidad para informarle que el compañero
Pompilio Viciedo ha reiterado su disposición a someterse a juicio
antes de abandonar nuestras filas razón por la cual quedará detenido
en este campamento hasta el total esclarecimiento de los hechos
agradeciéndoles toda declaración que pudieran hacer testigos
presenciales o conocedores ocasionales del hecho y la comparecencia
de todos ellos al juicio que se celebrará cuando se hayan reunido
los dispersos elementos de prueba.
Reciba el saludo revolucionario,
Che Comandante en Jefe de la región de las Villas por el
Movimiento 26 de Julio"
Nosotros contestamos con fecha noviembre 13 lo siguiente:
"Aún no hace un mes que te encuentras en nuestra zona rebelde y
ya han comenzado a hacerte blanco de las mayores infamias e
indignidades. Todo esto te hará perfectamente comprensible el peso
de las razones que te expusimos en nuestras primeras conversaciones.
Somos los primeros en estar conscientes que la unidad de los que
luchamos contra la tiranía, sería la base más efectiva para alcanzar
el triunfo de la Revolución, pero también estamos conscientes de que
esa unidad no puede integrarse con elementos que constituyen una
seria amenaza contra los propósitos que inspiran nuestra lucha.
Entre estos elementos se encuentran aquellos que vienen usurpando el
nombre del Segundo Frente del Escambray.
"Así después de ratificarte una vez más, el pensamiento del
Directorio a este respecto, deseamos informarte que iniciaremos
contigo de inmediato, sobre las bases concretas que desde el primer
momento te expusimos, las conversaciones para llegar a los acuerdos
que permitan a nuestras organizaciones la mejor marcha de este
frente de lucha villareño. Con tal propósito me traslado a El
Algarrobo, pudiendo ser el lugar donde iniciemos las conversaciones,
la finca "La Gloria" en casa de Eusebio Lago, o cualquier otro que
tú aconsejaras y el día para las mismas queda en tus manos
decidirlo."
La reunión fue en "La Gloria", en casa del campesino Eusebio
Lago. Nosotros estábamos ya en la casa, cuando el Che llegó con un
grupo de sus más cercanos colaboradores. El Che, extremadamente
colérico, desde antes de sentarse a la mesa se refirió a la conducta
del grupo de Eloy Gutiérrez llamado Segundo Frente, cuya actitud
agresiva se había agudizado hasta crear una situación insostenible.
El Che consideró la posibilidad de que conjuntamente los
enjuiciáramos como traidores y cuatreros y ejercer una acción
enérgica sobre ellos, antes de iniciar la ofensiva rebelde,
expulsándolos por un extremo de El Escambray. Diciéndome:
—Yo no sé cómo ustedes han podido soportar a esta gente. Le
expliqué que habíamos hecho todos los esfuerzos para evitar un
encuentro armado, porque influiría en el desánimo del pueblo, al
interpretar que los rebeldes estaban divididos, ya que no conocían
la calaña de esa gente, lo que además podría elevar la combatividad
del ejército de la tiranía. El Che concluyó que tampoco podíamos
hacer una acción punitiva sobre la camarilla traidora, pues como
consecuencia ello atrasaría la ofensiva sobre el ejército de Batista
por lo que debíamos hacer un último intento de neutralizarlos y
dejarlos echados a un lado. Ya más tranquilo y sentado a la mesa, me
dijo:
—¿Qué tú crees si hacemos un pacto?, como una advertencia que
neutralice a esa gente. Y convoque a otras organizaciones
revolucionarias como el Partido Socialista Popular a unírsenos.
—De acuerdo —le contesté.
—Después redactaremos el documento del Pacto y lo firmaremos
nosotros.
Posteriormente los compañeros del Partido te enviarán una carta y
te visitarán para expresarte su adhesión e incorporación al mismo.
De esa manera el Che lograba vertebrar la unidad de las fuerzas
revolucionarias de Las Villas, que le ordenara Fidel, como
Comandante Jefe del Ejército Rebelde en dicha provincia.
Finalmente tratamos aquellos asuntos relacionados con la
coordinación de las fuerzas de ambas organizaciones, bases de lo que
más adelante sería conocido como "Pacto del Pedrero". Y ya con el
pie en el estribo, el Che nos planteó comenzar la ofensiva con
tropas del Movimiento 26 de Julio y del Directorio, al mando de
oficiales de ambas organizaciones.
Así llegó el día, al amanecer del 1ro. de diciembre. El enemigo a
su vez preparaba una ofensiva. Partí en un jeep camuflado con ramas
de árboles desde El Manguito y Las Calabazas, pasando por Mabujina
donde estaba el campamento del Comando Mario Reguera, bajo el mando
del capitán Juan Abrantes, recogí al compañero de la época del
Instituto de Camagüey y la Universidad de La Habana, Calixto Morales
que iba a integrarse a la Columna 8. Bajo una neblina total que
impedía la visión, comenzamos a oír el ruido de los aviones que
bajaban al pasar en picada, para arrojar sus bombas que oíamos
estallar a nuestro frente, en un fuerte bombardeo sobre el
campamento del Che en El Pedrero. El ejército enemigo lanzaba una
ofensiva por tierra que era rechazada por la Columna Ciro Redondo.
Bautismo de fuego para el Pacto del Pedrero, testimonio histórico de
la unión de aquellos combatientes en su lucha a muerte contra la
tiranía.
La presencia de Camilo y Che en Las Villas tuvo la significación,
en lo militar, de poder anticipar la última etapa de la guerra en
dicha provincia y, en lo político, fortaleció la posición
intransigente que manteníamos defendiendo aquel baluarte de la
Revolución, frente a la traición, que desde Miami por los viejos
políticos en connivencia con el imperialismo, se había instalado en
El Escambray, intentando apoderarse del frente por la vía de la
división, la agresión y el asesinato para frustrar la Revolución.