A través de una vía muy personal y sugerente de evolución de su
lenguaje plástico, el caricaturista René de la Nuez ha desarrollado
en la etapa más reciente de su trabajo obras en las que usa
diferentes técnicas y refleja la vida de los habaneros en la
actualidad.
Ello se muestra en la exposición Nuez: la memoria dibujada,
inaugurada ayer en el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de
Bellas Artes, en un acto que contó con la presencia de Abel Prieto,
miembro del Buró Político y ministro de Cultura; Miguel Barnet,
presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; Margarita
Ruiz, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural; y
Rubén del Valle Lantarón, presidente del Consejo Nacional de las
Artes Plásticas.
Roberto Cobas, especialista del Museo y curador de una muestra
que celebra el Premio Nacional de Artes Plásticas merecido el año
pasado por el artista, destacó el nivel de las treinta obras
expuestas, que incluyen desde El Loquito (1957–1958) hasta de
la serie La pícara Habana (2008).
Sin embargo, de acuerdo con el artista, uno de sus más
entrañables personajes, que identifica la resistencia y voluntad de
victoria de la Revolución es el Barbudo. De él ha dicho: "Es dueño
de su destino, incluso anda con un fusil en la mano. Es muy lindo,
poético, romántico".
Merecedor de más de cien premios nacionales e internacionales
como caricaturista, Nuez también ha incursionado en la pintura.
Cuenta con unas veinte exposiciones personales en diversas galerías
de Cuba, Europa, Canadá y América Latina. Sus caricaturas se
publican en diarios y revistas de múltiples países. Tiene 16 libros
publicados, entre los últimos Humor amargo y La aldea
global.
Cuando recibió el Premio Nacional, el artista expresó: "Yo lo que
he hecho toda mi vida es dibujar la memoria histórica de mi pueblo,
la memoria histórica de la Revolución". La exposición de Bellas
Artes confirma con creces esa percepción.