La cosecha de los carpinteros

RONALD SUÁREZ RIVAS

–Cuando vi el tamaño de los horcones, me dije: qué va, nosotros más nunca armamos esto... Lo que primero me llamó la atención fue la altura a la que tendríamos que trabajar... ¡Eso coge tremenda elevación pa’allá arriba!... Yo las conocía por fotos, pero no me imaginaba que fueran tan grandes...

Teniendo en cuenta que la temporada ciclónica aún no ha terminado, la estrategia es avanzar en el levantamiento de las estructuras sin colocar los techos.

Aunque muchos no habían visto de cerca una casa de curar (secar) tabaco, la voluntad de ayudar los hizo venir hasta el extremo occidental de la Isla, con la convicción de que "si los dos huracanes hubieran pasado por otro lugar, los pinareños habrían hecho lo mismo".

Así lo cree Modesto Mederos, jefe de taller de maquinaria de una CPA en Quemado de Güines, Villa Clara, quien durante los próximos cuatro meses levantará casas de curación en Consolación del Sur.

“Se trabaja desde el amanecer hasta que haya claridad para poner una puntilla”, aseguran.

Como él, otros 797 agricultores de 10 provincias participan en la reconstrucción de la infraestructura de la principal actividad económica de Vueltabajo, que resultara severamente dañada por los vientos de Gustav y Ike.

No es la primera vez que el movimiento campesino expresa su solidaridad con esta provincia, ni que hombres habituados a labrar la tierra empuñan martillos y serruchos para apoyar la campaña tabacalera.

Luis Manuel Rodríguez, por ejemplo, trabaja en una CPA de Holguín; pero en el 2002, después del paso de los huracanes Isidore y Lili, se estrenó como carpintero en suelo pinareño. Ahora repite la experiencia.

“Sabíamos que veníamos para un lugar devastado. No podíamos pensar en comodidades”, aseguran los guantanameros.

El escenario es el municipio de Consolación del Sur, el que mayor área dedica al cultivo en Cuba (301,8 caballerías) y también el más castigado por los ciclones. La meta: tener listas 604 casas de curación antes del mes de febrero, cuando la etapa de recolección alcance la máxima intensidad.

"Sin ese refuerzo no podríamos reponer las capacidades que necesitamos", reconoce Rogelio Ortúzar, presidente de la CCS 26 de Julio, donde ya se han recuperado 25 instalaciones gracias al apoyo de 11 brigadas de Sancti Spíritus.

Aprender haciendo

Aun cuando todos los equipos son dirigidos por carpinteros, para muchos, levantar casas de tabaco constituye una novedad.

"Nunca las habíamos visto. En nuestra provincia no existe ninguna", justifica Idaín Rodríguez, de Guantánamo. Por ello, el primer paso ha sido mostrarles las edificaciones que quedaron en pie. Además, se les han facilitado planos y el asesoramiento de constructores locales.

"Cerca de aquí hay una que no se derrumbó. Si tenemos alguna duda nos fijamos por ella", asegura Felipe Hernández, de Villa Clara. "Hacer la primera nos va a costar un poco de trabajo. Después uno le coge la vuelta y todo sale más rápido", agrega.

Las condiciones son duras. Aunque los 10 campamentos ya tienen electricidad (al inicio había en solo tres de ellos), en varios sitios el rigor de cada jornada se acentúa por la falta de comodidades básicas como un vaso de agua fría.

"Cuando llegamos todo estaba destruido. Tuvimos que retirar escombros, levantar la cocina, un comedor y mejorar las letrinas", relata Geoneldis Calunga, al frente del grupo de Guantánamo. "Nos preparamos para esto. Sabíamos que nos dirigíamos hacia un lugar devastado".

Aún así, asegura que en su provincia quedaron muchos compañeros dispuestos a venir.

"En todos los territorios hay más brigadas organizadas. Si estas no fueran suficientes, las traeríamos", afirma Orlando Lugo Fonte, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

La ayuda ha llegado incluso de regiones que fueron severamente azotadas. Es el caso de Raúl Prieto, un holguinero que insistió en colaborar con Vueltabajo a pesar de que las rachas de Ike le llevaron el techo de su vivienda. "Mis compañeros de la cooperativa se encargarán de volverlo a colocar. Allá, el relevo quedó garantizado", dice.

Junto a hombres y herramientas, el movimiento campesino también ha aportado granos y viandas para la alimentación del contingente. "No sería justo esperar que los pinareños nos busquen la comida, cuando sus cultivos quedaron arrasados", argumenta Lugo.

Además de los carpinteros

Con la incorporación de esta fuerza se eleva a 3 500 el número de efectivos de todas las ramas de la agricultura que llevan a cabo la reconstrucción de casas de curación, depósitos, escogidas y despalillos en las vegas de Pinar del Río. Se trata de recuperar en pocos meses una infraestructura ascendente a más de 7 000 instalaciones, que en condiciones normales demoraría varios años reponer.

Además de los brazos, la tarea demanda un importante volumen de recursos. Según Edilberto González, director de tabaco en Consolación del Sur, solamente en este municipio la rehabilitación del sector requiere unas 450 000 piezas de madera.

Las cifras no son aún mayores gracias al empeño con que los productores se dedicaron, tras el paso de los huracanes, a rescatar cuanto fuera posible. En la CCS 26 de Julio, por ejemplo, se ha logrado aprovechar el 40 % de los materiales. No obstante, estiman que para completar las 93 edificaciones que se precisan, harán falta, además, 362 camiones cargados de madera, unos 40 de fibras y 5 000 kilogramos de puntillas.

Hasta el momento, sin embargo, los recursos no han estado llegando con la premura que se requiere. "La escasez de madera nos ha obligado a parar varias veces", asegura Juan Giraudi, un guantanamero que labora en tierras de la CPA XI Festival, en el Entronque de Pilotos.

Ante el insuficiente abastecimiento desde las áreas forestales, algunas cooperativas han buscado alternativas. "Les hemos asignado tres casas a cada brigada. Así, si falta algún recurso, pueden pasarse para las otras y no se para el trabajo", explica Justo Luis Gort, presidente de la Carlos Baliño, ubicada en la zona de Puerta de Golpe.

El inicio de las primeras siembras, durante esta semana, aumenta la tensión y obliga a agilizar las acciones. De modo que la campaña tabacalera hoy depende tanto del surco, como de los esfuerzos por levantar nuevamente lo que el viento se llevó.

 

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