Donativos desde el exterior

Aliento tras el vendaval

PASTOR BATISTA VALDÉS

LAS TUNAS.— En el sentido cuantitativo las 4 000 tejas de zinc y 5 000 unidades o listones de madera que esta provincia acaba de recibir y distribuir, tras el arribo de una donación hecha por República Dominicana, representan ese imprescindible aliento tras los estragos de Ike sobre unas 80 000 viviendas familiares e instalaciones de amplio uso y beneficio social, afectadas en esta provincia.

La escuela especial José Martí, de Las Tunas, llevará madera y zinc procedentes de suelo dominicano.

Lo indiscutible, en cambio, es el caudal de gratitud que suelen delinear esos pequeños pero solidarios donativos entre los colectivos receptores, aquí y en toda Cuba.

PARA MULTIPLICAR EL BENEFICIO

A pocas horas de iniciarse su distribución rápida y organizada, hay consenso en cuán acertado fue destinar esos recursos a centros educacionales y de salud severamente afectados por los vientos del huracán, de manera que directa o indirectamente se multiplique el número de personas y de familias beneficiadas con la ayuda del hermano pueblo dominicano.

"Esa decisión, analizada en el Consejo de Defensa Provincial a propuesta del Gobierno en el territorio, permitirá llegar al seno de unas 1 420 familias cuyos niños estudian en las 13 escuelas donde hoy se trabaja para reponer el techo con las tejas y la madera de la mencionada donación" —explica Wilson Boffil, secretario de la Asamblea del Poder Popular en Las Tunas.

El donativo también permite atenuar necesidades en áreas de servicios del hogar para ancianos en Manatí.

Un efecto socialmente multiplicador debe tener lugar también en los hogares concebidos para la atención integral a ancianos, en los municipios de Jesús Menéndez, Puerto Padre y Manatí; en la farmacia principal y el hogar materno del poblado de Chaparra y en alrededor de una decena de consultorios médicos, ubicados en zonas tan alejadas como Lora, El Canal, Guayacán, Basarales, Naranjo y La Represa.

EL VALOR ESTÁ EN EL GESTO

Como miles de cubanos, el doctor Marcos del Risco, director provincial de Salud, sabe que la verdadera solución frente a los considerables daños provocados por los dos últimos meteoros en todo el archipiélago, no está, ni puede depender, de la limitada ayuda que llegue por vía de las donaciones desde otras partes del mundo.

En hermanada ayuda, obreros de Jobabo concluyen el techo de la escuela Arquímedes García, en Delicias, Puerto Padre.

"El mayor valor —añade— está en ese gesto humano y solidario hacia nuestro pueblo y en el aliento que nos aportan para seguir impulsando la recuperación sobre la base de nuestras capacidades, con un riguroso empleo de los recursos con que vayamos contando progresivamente."

Así también lo interioriza Alexis Corrales, administrador del hogar de ancianos asentado en la norteña localidad de Manatí, hasta donde ha llegado el cariño dominicano en forma de planchas metálicas y de madera, para gratitud de 74 abuelos encabezados por Antonio Pacheco, su capitán, como el manager santiaguero y de trabajadoras como Teresa y Elida. Ellos en breve volverán a cocer los alimentos y a realizar labores de lavandería bajo una nueva y resplandeciente cubierta, en sustitución de la que el viento destruyó al amanecer del 8 de septiembre.

Igual se agradece en la escuela especial José Martí, en la cabecera provincial, en los padres, en los trabajadores de allí (uno cada dos alumnos), en Remigio Saucedo (director)¼ o en claustros como el de la escuela primaria Arquímedes García, recién techada allá, en el lejano poblado de Delicias: uno de los más perjudicados por el huracán.

No es ni será este el único envío de solidaridad. Módulos para la higiene y aseo, ropa, alimento y otros productos suelen llegar también por vía aérea o marítima hasta terminales cubanas, para emprender un itinerario hacia los damnificados, que no por riguroso en materia de control deja de fluir con la agilidad que demanda el momento.

Exagerar la dimensión material de esos envíos sería injusto hasta con quienes desafían restricciones o comparten lo que también necesitan y se han convertido en emisarios del bien.

Tampoco sería correcto subestimar el hálito de hermandad contenido en esos donativos que, sobre todo, devienen expresión de un fenómeno innegable hoy a los ojos del mundo: la admiración y gratitud que hacia Cuba ha generado el haz de solidaridad que la Revolución comenzó a irradiar desde el mismo primer día del año 1959.

Por ello, a Noel Romero le enorgullece afirmar que su brigada de mantenimiento no descansará hasta fijar la última plancha de zinc en la escuela que lleva el nombre del Héroe Nacional José Martí, porque es como dignificar también a Máximo Gómez:, el dominicano que casi un siglo y medio atrás también nos brindó valiosa ayuda.

 

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