Comentaristas de AP, del Washington Post, The New York Times, de
Político, entre otros, coinciden en que el debate fue intenso en
intercambio de ataques personales y que en los diferentes temas
tratados, incluyendo impuestos federales, atención a la salud,
financiamiento de la educación, política energética, cambio
climático, aborto, nombramiento de jueces federales, cada candidato
presentó las posiciones que básicamente reflejan las filosofías de
demócratas y republicanos, respectivamente, por parte de Obama y de
McCain.
Un encuentro de principios de semana en Toledo, Ohio, de Obama
con un plomero llamado Joe Wurzellbacher, donde este último
cuestionaba las propuestas de impuestos del candidato demócrata
porque lo perjudicaba en su intención de comprar el pequeño negocio
de plomería donde actualmente trabaja, fue empleado repetidamente
(el nombre fue mencionado más de 20 veces en los 90 minutos de
debate) por McCain para atacar a Obama. El republicano llegó a
afirmar: "Toda la premisa de la propuesta del senador Obama es la
lucha de clases".
En el debate, ambos candidatos se quejaron del recrudecimiento de
los ataques personales en la campaña electoral. Obama reclamó que
nadie en la campaña de McCain había rechazado o criticado los gritos
de "terrorista", "arránquenle la cabeza", y "mátenlo" que con
relación a su persona habían proferido en mítines de McCain. El
republicano no respondió directamente, pero sí afirmó durante el
encuentro: "Déjeme decir categóricamente que estoy orgulloso de la
gente que asiste a mis mítines. No voy a permitir que nadie diga que
la gente que viene a mis mítines son otra cosa que patrióticos
ciudadanos".
Como se recordará, estas agresivas manifestaciones hacia Obama
fueron provocadas, en gran medida, por declaraciones de la candidata
vicepresidencial republicana Sarah Palin, acusando a Obama de
"lanzar su campaña política en la sala de un terrorista doméstico",
o de "hacer amistad con terroristas", o de "no ver a América
(Estados Unidos) de la misma forma que yo lo veo"; también de
anuncios tales como uno donde se dice que "los amigos de Obama
trataron de matar a mi padre".
Tales acciones han sido interpretadas por muchos como el sustrato
o la incitación al asesinato de Obama. Hechos similares han sido
frecuentes en la vida política norteamericana, especialmente en los
casos de personalidades negras como Martin Luther King. La
preocupación surge también por tratarse del primer norteamericano
afroamericano que tiene el camino allanado para llegar a la Casa
Blanca. Presente está el peligro de que un individuo o un grupo de
fanáticos racistas, de los que pululan en Estados Unidos, trate de
eliminar físicamente al dirigente norteamericano para impedir su
ascenso a la presidencia del país.
El Servicio Secreto estadounidense, según informaciones de
prensa, ha investigado al menos dos de esos incidentes: uno ocurrido
durante un acto la semana pasada en Clearwater, Florida, y el
segundo el 14 de octubre, en otro mitin en Scranton, Pennsylvania.
En ambos casos, las actividades contaron con la presencia de Sarah
Palin.
También el factor del odio racista puede resultar de lo que se ha
dado en llamar eufemísticamente el "efecto Bradley", en referencia a
la derrota sufrida por el alcalde de Los Ángeles, el afroamericano
Tom Bradley, cuando aspiró en 1982 al cargo de gobernador de
California. Intensamente popular, Bradley era dado como ganador por
todas las encuestas, pero resultó derrotado en la elección. Se dio
como explicación, que muchos blancos, avergonzados de expresar sus
prejuicios racistas ante los encuestadores, los escondieron al ser
entrevistados, pero los expresaron a la hora de depositar el voto.
El llamado "efecto Bradley" será un naipe oculto en la elección del
4 de noviembre.
Y hablando de naipes, apuntamos una curiosidad. Las apuestas de
futuro político de la firma Intratrade de Dublín, Irlanda (sobre los
resultados de las elecciones en Estados Unidos se hacen apuestas
legales), dan a Obama como favorito para obtener 364 votos
electorales, ganando estados como Ohio, Florida, Iowa, Colorado, New
Mexico, Nevada (todos estos por 2 a 1) y con menor margen en
Missouri y North Carolina. El 13 de octubre, las posibilidades de
ganar de Obama se fijaban en 77,7%. Se comenta que estos pronósticos
pueden ser tan o más acertados que las encuestas de opinión pública,
porque los que apuestan lo hacen para ganar dinero y no por
preferencias políticas.
La lucha se ha concentrado en un muy reducido grupo de estados,
principalmente Ohio, Virginia y Florida. En menor escala, se
disputan New Hampshire, Colorado y Nevada. En todos los citados, las
encuestas y las tendencias reflejan una ventaja para Obama. Missouri
está tan reñido que es prácticamente "tierra de nadie". El resto del
país se da como prácticamente decidido por uno u otro candidato.
RealClearPolitics otorga a Obama 286 votos electorales y 158 a
McCain con 94 de siete estados que todavía considera en disputa:
Florida, Indiana, Missouri, Nevada, North Carolina, Ohio y West
Virginia. The New York Times (cautelosamente, como corresponde a los
intereses de un gran periódico) se mantiene desde hace días dando
264 votos electorales a Obama y 185 a McCain, con 89 de seis estados
que pueden ser ganados por cualquiera: Florida, Colorado, Nevada,
North Carolina, Ohio y Virginia.
El jueves, McCain hizo breve campaña en Pennsylvania y Obama en
New Hampshire, por donde también ha estado recientemente Sarah Palin.
Por la noche, ambos candidatos se presentaron juntos (quizás por
última vez en la campaña) en la tradicional cena política de Al
Smith, en New York. Para el fin de semana, Obama visitará Missouri,
North Carolina y Virginia. McCain lo hará en Virginia, Colorado y
Florida.
Independientemente de la cautela que la mayor parte de los
analistas y comentaristas ejercen al pronosticar el ganador de la
elección, Obama mantiene una sostenida ventaja, no solo en las
encuestas de los últimos cinco meses (con un leve y efímero descenso
entre el 4 y el 10 de septiembre), sino también presenta una
superior organización en el trabajo de base, más dinero para emplear
en propaganda política; ha llevado la lucha en los estados a lugares
que se consideraban bastiones republicanos y, en esta etapa final de
la campaña, se ve muy favorecido por la explosión de la crisis
económica del país, que ha traspasado los sectores de las finanzas y
bancarios, y cuyos efectos se han extendido por todo el mundo.
Uno tras otro han fracasado los distintos planes aplicados por
Bush para estabilizar las finanzas.
La crisis se extiende por la "economía real". El Departamento de
Comercio de EE.UU. anunció que las ventas al detalle en septiembre
se redujeron el 1,2 %, casi el doble de lo esperado. La crisis no
parece tener fin.
En la ola de esa crisis, Obama llegaría a la Casa Blanca.
*El autor es especialista en Relaciones Internacionales y fue
jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos de
septiembre de 1977 a abril de 1989.