Bloqueo de EE.UU. contra Cuba

Latidos del corazón

Efectos de una política hostil que se ha extendido por casi medio siglo

DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor@granma.cip.cu

Apenas tiene dos años. Vive en Sagua de Tánamo, Holguín. María Gaínza Pozo no ha dejado de sonreír, aunque padece una cardiopatía congénita que requiere de un complejo proceder quirúrgico. Pero ella desconoce de peligros, de bloqueo, del significado de palabras como genocidio o acoso económico. Desde su edad es imposible saberlo.

Como María están Olivia, de tres años, Félix, de cuatro, y Fidel Valeriano, de seis; son solo algunos ejemplos de cómo lacera la mano cruel de un bloqueo que se extiende durante casi cinco décadas.

Según el Informe presentado por Cuba a la ONU, que será votado el próximo 29 de octubre en la Asamblea General, la Isla se ha visto impedida de acceder a los dispositivos adecuados para realizar cateterismo intervencionista y otras técnicas de cierre de defectos congénitos del corazón, como la Comunicación Interauricular y la Persistencia del Conducto Arterioso, ante la negativa de la Empresa Boston Scientific y Amplatzer de negociar con nuestro país.

La condición de "Hospital Denegado" que aplicó el Departamento del Tesoro de Estados Unidos al cardiocentro William Soler, ha provocado que existan nuevos pacientes a los que no se les ha podido efectuar la cirugía. El hecho ha generado un incremento en la lista de espera de niños cubanos, entre los que se encuentran María, Olivia, Félix y Fidel Valeriano, que deberán ser sometidos a cirugía cardiaca a corazón abierto, con el consabido riesgo que esto implica para su esperanza de vida y salud.

La falta de determinados insumos frena la realización de diferentes técnicas quirúrgicas. En términos estadísticos, lo anterior se traduce en que al tener que efectuar la compra de esos materiales a través de terceros y en mercados distantes, entre mayo del 2007 y abril del 2008 se reportó una erogación adicional de 245 072 dólares, de ellos 1 389 dólares solamente por concepto de flete.

Mientras, en igual periodo, las afectaciones al sector de la salud pública en general se calcularon en más de 25 millones de dólares.

Sin embargo, más allá de los números, de los daños económicos ocasionados debido al incremento de los costos en la adquisición de productos y equipos en mercados más lejanos y la utilización de intermediarios para esos fines, se añade el sufrimiento humano de los pacientes, familiares y personal médico, que ven limitadas sus posibilidades de ofrecer una adecuada atención a los enfermos, porque empresas farmacéuticas norteamericanas disponen de la exclusividad de productos y tecnologías que resultan determinantes para tratamientos asistenciales.

OTRA VUELTA A LA TUERCA

Dieciséis resoluciones consecutivas de la Asamblea General de las Naciones Unidas han confirmado que el bloqueo es violatorio de los propósitos y principios de la Carta de esta Organización, de los principios del Derecho Internacional que norman las relaciones entre estados soberanos, y de los principios sobre la libertad de comercio y navegación consagrados en disímiles instrumentos internacionales.

Según lo estipulado en la Convención de Ginebra para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, este califica como un acto tal y se conceptúa como guerra económica de acuerdo con lo establecido en la Conferencia Naval de Londres, de 1909.

Pero las administraciones de la Casa Blanca en el último medio siglo han hecho caso omiso de ello y lo mantienen como el más nítido exponente de una política cruel e inhumana, carente de toda legitimidad y legalidad, cuyo objetivo ha sido la destrucción de la Revolución cubana por cualquier medio posible, explícito desde el mismo triunfo del Ejército Rebelde en 1959.

El bloqueo —institucionalizado en 1962—, ha producido un perjuicio económico directo al pueblo cubano, acumulado hasta diciembre del 2007, que asciende, a partir de cálculos conservadores, a una cifra que supera los 93 000 millones de dólares, 1,6 veces el Producto Interno Bruto de Cuba, alrededor de 12 veces la deuda externa del país en el 2006, y casi 23,5 veces el monto de las inversiones realizadas en el propio año.

Estadísticas a las que habría que añadir más de 54 000 millones de dólares ocasionados por agresiones y actos terroristas organizados en territorio estadounidense, patrocinados por Washington y ejecutados por sus agentes pagados en correspondencia con la idea enfermiza de derrocar a la Revolución cubana, acrecentada en tiempos de George W. Bush.

Tal es así que desde el inicio de su mandato, uno de sus soportes, el fallecido senador republicano Jesse Helms, expresó un desatino en una conferencia que pronunciara en el 2001 en el American Enterprise Institute: "antes que expire su mandato el presidente Bush estará en La Habana para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Cuba elegido por medios democráticos".

Pero fallan una y otra vez al chocar con la férrea resistencia del pueblo cubano. Si en algo tienen razón los ex secretarios de Estado Colin Powell, Henry Kissinger, James Baker III, Warren Christopher y Madeleine Albright es en el criterio expuesto por ellos en un foro realizado en Georgia en marzo pasado: "el embargo (bloqueo) de 50 años no ha funcionado en beneficio de nadie". A lo que se añadió que "cuando las políticas no funcionan por 50 años, es hora de comenzar a pensar en algo distinto".

 

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