Valium
resulta como un oasis para nosotros, los terrícolas, en estos
tiempos de tanta agresión de todo tipo. Es algo refrescante a la
vista, diríamos, "un colirio" en el argot cubano, ¡pero cuidado!
No se crean todo lo que el talentoso joven creador Enrique Báster
propone, entre tanto rosa y verde, para aliviar las tensiones. En
esta muestra abierta en la galería La Acacia (San José 114, entre
Industria y Consulado, Centro Habana) bajo el sugestivo título nos
regala piezas muy bien realizadas, en una especie de realismo que
tiene más que ver con la mente que con el ojo.
Según sus propias palabras, nos trae una realidad que es
completamente desproporcionada en relación con lo real, lo
cotidiano... y parte para ello de un referente al mundo hipnótico y
glamoroso (como extraído de revistas de confort, entre otras) y
propone el encuentro de dos momentos históricos.
Es decir, que el artista —graduado del ISA, 1997— realiza una
pintura de corte conceptual junto a otra que urgentemente necesita
una nueva mirada, porque a primera vista observamos algo muy
light. Por eso, cuando el ojo del espectador escudriña, pasea
por los laberintos pictóricos "basterianos", en la segunda mirada
atrapa-descubre algo que distorsiona lo bello. Entonces aparecen las
obsesiones, la utopía, dilemas propios del creador y de nosotros
mismos... Es como la poesía privada de Báster que sale escrita entre
formas y colores, en un contexto cuajado de especificidades; dicho
de forma cultural, es un eterno juego de presente-pasado en los que
se dibujan y des-dibujan los límites de frontera-realidad, de ahí el
título Valium. Es como un calmante en el sentido de proponer.
Y algo es importante en su quehacer: arma una escenografía (pintura)
contrastante. Pues podría parecer a simple vista un trabajo de mesa
puramente racional porque llega desde la investigación y no de la
inspiración.
Estas obras (óleo sobre lienzo), de excelente técnica y acabado,
son, en una palabra, citas al arte latinoamericano, reapropiaciones
neoacademicistas en las que transpira su gusto por esa manera de
pintar, que ahora aparece en la exposición de La Acacia que le abre
anchas sus puertas al excelente artista holguinero y cubano que nos
enseña trabajos que pueden traer la energía propia de los materiales
y de la suya, para hacernos caminar por su mundo.